Capilla de Santa María
COMPARTIR
TEMAS
Hace ya muchos años que luce prácticamente vacío el interior de la pequeña iglesia de Santa María del Rosario, en la exhacienda del mismo nombre en el municipio de Ramos Arizpe. Y lo que es aún peor: hace muchísimo más tiempo que sus viejos muros sostienen una dura batalla por mantenerse en pie, frente a los embates del deterioro del tiempo y el abandono por parte de autoridades federales, que un día la declararon monumento histórico y por tanto patrimonio nacional.
A punto de celebrar el tercer centenario de su construcción, parece que a la capilla le llegará por fin la restauración. El alcalde de Ramos Arizpe, Ricardo Aguirre Gutiérrez, anunció esta semana una aportación de un millón de pesos del Municipio, que agregada a la de dos millones del Gobierno del Estado y casi cuatro millones más de la Federación, llegará a cerca de los siete millones de pesos que se aplicarán a la obra de restauración de la antigua iglesia. Aguirre Gutiérrez se refirió también a la posibilidad de aumentar la inversión con la rehabilitación del camino a la hacienda de Santa María y la restauración de los bienes pertenecientes a su capilla. Mencionó, incluso, que el rescate es un proyecto que pudiera iniciarse este mismo año y del cual se encargará la Universidad Autónoma de Coahuila.
Ojalá que después de tantos intentos fallidos para la restauración de la iglesia, ahora sí podamos verla de nuevo lucir el esplendor de sus humildes galas de adobe y madera, los materiales principales de su construcción, que le han dado personalidad y la identifican con su entorno desde que en 1721 la acabó el maestro cantero Manuel de Peña, según la leyenda que se lee en una de las vigas del techo.
Independientemente de si en ella ofició o no ofició su última misa el cura don Miguel Hidalgo y Costilla un día antes de ser aprehendido en Acatita de Baján, la pequeña iglesia merece ser rescatada del olvido por su antigüedad y por la historia que guardan sus 300 años de vida. Ahí, debajo del entarimado de su piso, se encuentran los restos de las personas inhumadas en la capilla, costumbre de otras épocas por la que los constructores mismos de las iglesias o de los altares dedicados a diversas advocaciones religiosas, o los bienhechores, tenían derecho a ser sepultados en las mismas iglesias. La capilla de Santa María se terminó de construir 24 años antes de que se iniciara la construcción de la actual Catedral de Santiago, por entonces iglesia parroquial de la villa de Santiago del Saltillo, y en múltiples ocasiones debió vestirse de gala para bautizar a nuevos miembros de las familias propietarias, o de luto para recibir sus cuerpos en las entrañas de su misma tierra.
Ojalá que también podamos ver la devolución y restauración de su patrimonio religioso, recogido alguna vez por las autoridades eclesiásticas y hoy todavía en su custodia. Ojalá que las antiguas pinturas que representaban escenas marianas vuelvan a cubrir los horribles agujeros vacíos en los retablos de la capilla. La diócesis decidió llevarse y guardar en otro lugar, a fin de resguardarlas, algunas piezas de arte y objetos del ministerio religioso pertenecientes a la capilla, ante el riesgo de que se perdieran, como había sucedido ya, al parecer, con algunas piezas del patrimonio con que la habían dotado los propietarios de lo que antiguamente fuera la próspera hacienda y molino de Santa María.
Es necesario reconocer que la existencia de la capilla de Santa María se debe realmente al amoroso cuidado de los habitantes de la ranchería y a los propietarios de las tierras, principalmente, la familia Alcocer y sus descendientes, quienes cuidaron de ella por varias generaciones, entre ellas la familia Gil del Bosque. A ellos se debe el que hoy se levante todavía en el horizonte el campanario de Santa María.