Cuando los hermanos se encuentran
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Juno y Júpiter se encontraron de nuevo y en esta ocasión no se separaran más. Su destino será estar juntos por siempre
Para muchas personas, la palabra “mito” les provoca imágenes de los antiguos griegos y los cuentos heróicos de Zeus y demás dioses del Olimpo. Los griegos, sin embargo, no eran los únicos que tenían sus mitos. La Antigua Roma y otras culturas, tuvieron una rica mitología propia. Pero ya sea griega o romana, la mitología se refería a la compleja relación entre dioses y humanos; algo que para muchos hacía un poco más soportable la vida, pues en sus dioses y deidades, encontraban una explicación a las grandes preguntas de la humanidad: la creación del mundo, la naturaleza del bien y el mal, e incluso el más allá.
Por esta razón, los mitos han resistido la prueba del tiempo. Y es que uno solo necesita recordar los nombres de los planetas de nuestro sistema solar y comprobar que todos estaban presentes en la mitología romana: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Neptuno, Urano e incluso Plutón, tienen nombres de dioses romanos. Júpiter fue el dios del cielo y soberano de todos los otros dioses y el creador de las nubes, que controlaba con sus rayos. Sus padres fueron Saturno y Cibeles y sus hermanos Neptuno, Plutón, Vesta, Ceres y Juno, quien también fue su esposa. Júpiter era representado con un velo de nubes a su alrededor, acaso un modo de ocultar su verdadera personalidad y hasta algunos de sus actos. Juno, su hermana y esposa, fue la única capaz de mirar a través de sus nubes y revelar su verdadera naturaleza: Un dios poderoso que mantenía el equilibrio entre dioses y hombres.
Júpiter ha inspirado a poetas, escritores y músicos. El poeta romano Ovidio en su obra “El Arte de Amar” escribió que “Desde lo alto, Júpiter se ríe de los perjurios de los amantes”, frase que fue retomada por Shakespeare en “Romeo y Julieta”. El dios romano también inspiró a Mozart a escribir en 1788 la última de sus sinfonías, la No. 41 de nombre “Júpiter”, obra sobre la que el genio dijo: “En el planeta donde vivo, Júpiter, la música está por todas partes: en el murmullo del agua, en el ruido de las hojas, en el canto del viento. Las flores murmuran y cantan; todo produce sonidos melodiosos. ¡La Naturaleza es tan admirable! Todo nos inspira el deseo de estar con Dios. No tenemos instrumentos: son las plantas y los pájaros los coristas. En los mundos superiores esto es aún más sublime”.
Pero Júpiter no es como Mozart imaginó pues en lugar de flores, plantas y pájaros, está compuesto por una masa gaseosa de hidrógeno y helio y su superficie, cubierta por espesas nubes de color rojo, marrón, amarillo y blanco. Tiene una temperatura promedio de menos 145 grados centígrados y es el planeta más grande del sistema solar, tan grande que el resto de los planetas del sistema caben en él. Quinto desde el sol, Júpiter tiene tres anillos, descubiertos en 1979 por la sonda Voyager 1. El gigante de gas tiene satélites, cuatro de ellos descubiertos por Galileo Galilei, quien utilizando un primitivo telescopio, descubrió lo que ahora se conoce como satélites galileanos: Ío, Europa, Ganímedes y Calisto. El planeta rota más rápido que cualquier otro y su día dura 10 horas y un año equivale a 12 años de la Tierra.
Pero ayer cuatro de julio, gracias al programa New Frontiers de la NASA, que en el año 2011 lanzó a la sonda espacial Juno a un viaje de descubrimiento que tardó cinco años y recorrió 2 mil 700 millones de kilómetros por el sistema solar y encontrarse con su hermano y esposo Júpiter. La sonda espacial Juno esta equipada con un radiómetro de microondas, espectrómetro, magnetómetro, medidor de gravedad, detector de partículas de energía, sensor de ondas de radio y una cámara-telescopio de alta definición que le permitieron introducirse entre sus espesas y tóxicas nubes para observarlo con detenimiento, en un esfuerzo por comprender la estructura e historia del más grande de los planetas cercanos y entender los misterios de su enorme campo magnético y conocer la cantidad de agua en su atmósfera.
Separados por miles de años, Juno y Júpiter se encontraron de nuevo y en esta ocasión no se separaran más. Su destino será estar juntos por siempre, en un encuentro que nos permitirá como escribiera Ovidio, “Levantar nuestra cara a los astros” y conocer un poco más acerca del gran misterio que nos rodea.
@marcosduranf