Esfera
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Esfera
-No es que no cambie, es sólo que se ajusta
al pasado, al sentir que alguien lo mira,
alguien de aquellos tiempos, que lo inspira
a ser el otro, alguien que no lo asusta-:
así pues, queda en su otredad cambiado,
en angustioso vuelco hacia sí mismo
-su mismidad es otro paroxismo
en el viento que sopla al otro lado,
donde la identidad es escultura
momentánea, y el tiempo coincidencia
de dos o tres personas, la creencia
de que hay un individuo en la juntura-.
-La realidad sólo es nostalgia, espera
de que gire hacia adentro la ardua esfera.
Una de dos
Ella piensa que voy a la cantina
por ella, y a fe mía que no es por ella,
es otra quien destella y la que sella
mis horas con su cotidiana inquina.
Que la vida es mujer, se ha dicho, fina
sofista que urde siempre una querella,
lluvia que cada hueso moja y mella
con su compleja niebla bizantina.
Mientras una me sirve una cerveza
-pues la muerte es mujer también-, se estira
y su espalda se arquea como una mesa
en tanto que la otra baila y gira:
si con una la muerte no me pesa,
veo en la otra la vida que conspira.
Gira en el vértigo
Golpeo en el tablón, y a través suyo
sobre los dientes de la vampiresa;
se eleva cual un yunque su cabeza
abatida, en la sima del orgullo.
Indescifrable glosa, es un murmullo
la decapitación sobre la mesa:
la medusa se esfuma, ya no pesa,
es un daguerrotipo el que destruyo.
Amante que se iza con poleas,
piedra angular, escándalo en la viga
maestra, grita en el desplumadero
cifras, blasfemias y otras melopeas:
chillando de ira y de placer, mi amiga
gira en el vértigo del agujero.