Lo mágico y lo trágico
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El mago, claro, saca el conejo del sombrero de copa.
Parte por la mitad, aserrando, a la mujer metida en la caja que, después, se abre –como un libro– ante la sorpresa de los espectadores. Y aparece y desaparece la paloma que cubre con un lienzo, mientras todos aplauden. Es la magia.
Los eruditos dicen que la magia es un conjunto de conocimientos y prácticas con los que se pretende conseguir cosas extraordinarias, con ayuda de seres o fuerzas sobrenaturales. Y dicen que hay blanca y negra. La magia blanca intenta alejar a los malos espíritus y librar a las personas de acechos y maleficios. La negra, lo que intenta es conjurar y someter a los malos espíritus y a las fuerzas maléficas ocultas para causar daño a los demás. Y también, dicen, son magia los trucos y habilidades de prestidigitación.
Pero mágico es también lo que tiene cualidades que lo hacen muy atractivo y cautivador porque es extraordinario dentro de los de su género. Como un pueblo, por ejemplo. Hay pueblos mágicos. Coahuila tiene a Arteaga, Candela, Cuatrociénegas, Guerrero, Parras y Viesca. Cada uno luce su magia peculiar que lo hace admirable y disfrutable. Se combinan vegetación, edificaciones y caseríos; santuarios y arqueologías; pozas y manantiales, dulces, platillos y vinos, jardines y plazas; museos y fiestas típicas y hasta dinosaurios esqueléticos.
Reciben muchos visitantes con el turismo de verano. Cuidan su magia los pueblos con retoque y aseo extraordinario y disposición de hospedajes espléndidos. Piedras Negras no es pueblo pero está estrenando el atractivo de un centro deportivo para golfistas y convencionistas. Sus instalaciones llenan las exigencias internacionales de última generación.
Lo de desaparecer, en el Estado, no es asunto mágico, sino trágico. Porque los desparecidos no aparecen. En la seguridad se esperan resultados mágicos porque los presupuestos sólo se invierten en porcentaje mínimo. La gente espera que no haya, en los tribunales, ninguna magia negra ni prestidigitaciones que desaparezcan pruebas de que la última elección caminaba hacia el socavón de la anulación, no sólo por superar topes de gasto, sino por no observar los cuidados que han de tenerse con los paquetes que vienen de las casillas.
Lo mágico por acá no está sólo en los seis pueblos maravillosos, sino en los miles de ciudadanos que exigieron para su Estado el atractivo extraordinario de la dignidad, en histórica y gigantesca manifestación, signo elocuente de una conciencia cívica madura, oportuna y valerosa…