Mirador 15/08/17
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TEMAS
Cantando la cigarra pasó el verano entero…”.
La hormiga, en cambio, trabajó todo el tiempo.
Ninguna de las dos incurrió en culpa: las cigarras son para cantar; las hormigas para trabajar.
El fabulista, sin embargo, ignoraba eso. Pensaba que todas las criaturas son iguales y que todas deben hacer lo mismo.
Se equivocaba, claro. Yo, por ejemplo, no hago fábulas. Cuando alguna se me escapa me da mucha vergüenza.
La hormiga y la cigarra se rebelaron ante los designios del fabulista.
La cigarra siguió cantando y la hormiga siguió trabajando.
Ambas han sido fieles a su naturaleza.
El fabulista, en cambio, desapareció.
Ahora ya nadie hace fábulas.
En este punto me asalta un gran temor.
Esto que acabo de escribir ¿no será una fábula?
¡Hasta mañana!...