Salvaguardia de patrimonio coahuilense
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El “patrimonio inmaterial” existe. Es una pertenencia porque es propiedad de algo o alguien, a veces imperceptible, pero existe; es intangible porque de pronto es impalpable, etéreo, al contrario, por ejemplo, de una escultura. La Unesco, organismo de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura, determinó en 2003 que el patrimonio cultural inmaterial de la humanidad “consiste en el reconocimiento de los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas transmitidos de generación en generación y que infunden a las comunidades y a los grupos un sentimiento de identidad y continuidad, contribuyendo así a promover el respeto a la diversidad cultural y la creatividad humana”. Definió, además, que se manifiesta particularmente en las tradiciones y expresiones orales, en las artes del espectáculo, incluido el idioma como vehículo, y en las técnicas ancestrales tradicionales, y determinó su salvaguardia.
Coahuila posee una expresión cultural en el ámbito de lo popular, que puede definirse como patrimonio inmaterial de los coahuilenses: sus pastorelas. Transformadas en tradición del barrio, la colonia o la ranchería, han sobrevivido por varios siglos transmitidas de generación en generación, conservando el instrumento que les dio origen: un cuaderno en el que se registró desde el inicio, el desarrollo de la obra y los personajes, cantos, rezos y parlamentos de los actores que intervienen en su representación, resguardado siempre por una misma familia. Este patrimonio se manifiesta como tradición y expresión oral mediante el idioma propio de los grupos rurales, y tiene qué ver con las artes del espectáculo, los usos sociales y rituales y los conocimientos relacionados con el universo, la naturaleza y las técnicas ancestrales tradicionales y religiosas de las comunidades, ámbitos reconocidos por la Unesco.
Coahuila tiene en Iván Márquez Morales el salvaguardia de sus pastorelas. Como director del Instituto Municipal de Cultura de Saltillo en 2010, emprendió una intensa labor de investigación sobre las pastorelas, y encontró que los ejidos saltillenses de Palma Gorda y Jazminal, y el de Artesillas, en General Cepeda, representan anualmente sus pastorelas conforme a su cuaderno original, pasado de padres a hijos por muchas generaciones. Trajo entonces a Miguel Sabido, director de Teatro de México y dramaturgo estudioso de las manifestaciones de la tradición teatral popular en México. Gratamente impresionado y basándose en los tres cuadernos mencionados, Sabido hizo una refundición de los mismos en un guion que sin perder sus valores centenarios, fuese accesible al espectador actual y susceptible de montarse en un teatro moderno.
En 2012, Iván Márquez editó el libro “Rescatando Pastorelas”, de Sabido, donde se publicó la de Saltillo por primera vez. Incansable, siguió buscando hasta que en 2015 hizo la adaptación del guion mencionado y logró su producción como “La Pastorela de Coahuila. Entre diablos y pastores te veas”, integrándole, para una mayor identidad, música popular de compositores coahuilenses interpretada por la Banda de Música del Estado. La producción general ha sido del Gobierno del Estado y de la UAdeC, y él se ha encargado de la ejecutiva, con Leticia Rodarte.
La Asociación de Periodistas y Críticos de Teatro de la Ciudad de México les dio un reconocimiento en diciembre pasado, y este martes, el Gobierno del Estado y la Producción Ejecutiva de la Pastorela recibieron un reconocimiento especial, otorgado por la Asociación de Críticos de Espectáculos de Nueva York, “por la puesta en escena, la idea original, el trabajo de investigación, el rescate de las tradiciones y el fortalecimiento de la identidad mexicana”. La música de “Échale un quinto al piano” retumbó en el Salón Gobernadores. La pastorela tiene en Iván su salvaguardia.