Tecnología que deshumaniza
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Érika tiene 17 años. Usa internet desde los 9 años, lo que ha repercutido en su vida, se distrae con frecuencia.
Su atención está dividida, se le dificulta leer más de un párrafo; Érika prefiere escribir por celular, en vez de hacer llamadas de voz. Extraña cuando su mamá usaba menos el celular que ella, ahora Érika es la que, durante la cena le pide, a su madre que deje el aparato móvil.
Erika está consciente que ambas pasan mucho tiempo conectadas con sus amigas, está junta fisicamente, pero al mismo tiempo están en otro lado. El celular se lo dieron a los nueve años por la inseguridad que generaron las balaceras. Desde entonces se siente más segura, a un botón de distancia de su mamá y sus amigas.
A pesar de estar “rodeada”siempre”, se siente cada vez más aislada y sola. El acompañamiento es una ilusión, no hay contacto físico, ni visual, sus expectativas de las demás personas disminuyen.
En el deseo de comunión, sólo le queda vacío e insatisfacción; busca compasión y encuentra la crueldad de extraños. Buscar obtener en ciberespacio lo que solo la vida real le puede dar.
Érika tiene la compulsión obsesiva de revisar con frecuencia las redes sociales, cuando no lo hace esto le genera angustia. Siente la ansiedad de alimentar al monstruo de Facebook.
En su perfil muestra las fotos que más le favorecen, trata de representar una vida glamorosa, sin problemas; proyecta en un personaje lo que quiere ser. Es como si tuviera dos vidas, una Érika en la vida real y su hermana gemela perfecta virtual, editada y con un lenguaje falso.
Cuando Érika no trae su celular se siente desnuda. En el mundo de las redes sociales siente que las palabras privacidad e intimidad le son ajenas; ella espía a los páginas de amigos y amigas, de chavos que le gustan, sabe que los demás hacen lo mismo con su perfil.
Para ella el Facebook esta lleno de pornógrafos de vidas ajenas. El tipo de soledad que antes permitía a los adolescentes reflexionar, imaginar un futuro, fantasear y soñar, le es desconocida.
El perfil sicologico de Érika está alterado, además de la doble personalidad, sufre de una especie de narcisismo que se caracteriza por una búsqueda constante del elogio en forma de “me gusta”. Tiene una auténtica adicción a las redes sociales que le causa los mismos síntomas que a los adictos a las drogas o a las compras.
En internet se corre el riesgo de tratar al otro como objeto, como una masa unitaria de amigos, que se convierten en fans, en lugar de individuos, esto nos hace vulnerables a considerarnos y vernos a nosotros mismos también como objetos.
La tecnología nos seduce con su canto de sirena que clama por darnos facilidades, satisfacer debilidades, darnos seguridad, eficiencia, rapidez y productividad. Pocas veces medimos los costos que conlleva.
¿Controlamos la tecnología o nos controla a nosotros? Cada nuevo medio, según McLuhan, nos cambia.
“Nuestra respuesta convencional a todos los medios, en especial la idea de que lo que cuenta es cómo se los usa, es la postura adormecida del idiota tecnológico”.
El contenido de un medio es sólo “el trozo jugoso de carne que lleva el ladrón para distraer al perro guardián de la mente”. La pantalla del ordenador aniquila nuestras dudas con sus recompensas y comodidades. Nos sirve de tal modo que resultaría desagradable advertir que también es nuestra ama.
jeus50@hotmail.com