Vivir en pareja
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Hombre y mujer son complementarios.
La pareja es la unión existencial de lo diverso. El matrimonio hace una alianza para un acompañamiento integral. Incluye lo físico, lo intelectual, lo volitivo, lo emotivo, lo relacional. Cada uno de los cónyuges aporta su peculiaridad, lo que lo hace distinto y al mismo tiempo integrante.
En la historia de la convivencia de los esposos se dan todos los altibajos, todas las variaciones, todas las modalidades del diario convivir. Amarse para ellos no es solo un estilo, un nivel, un camino único. La riqueza de la convivencia está en la diversas situaciones, en el mosaico de los estados de ánimo, en la variedad de expresiones del mismo amor que tiene muchos lenguajes.
Se da el lenguaje verbal y el no verbal. El mismo silencio va teniendo matices de significación muy rica y profunda, sobre todo si se refuerza con la mirada y la sonrisa. En momentos críticos de equivocación, de olvidos, de promesa no cumplida, de omisión involuntaria, de explosión en desahogo desbocado, la mejor opción es la del silencio reflexivo y después la cercanía física que solo indica nueva aceptación a pesar de todo.
Va aprendiendo la pareja, en el transcurso de sus sucesivos aniversarios, la calidad de un amor conyugal que sabe escuchar, acompañar, servir, ayudar, comprender y perdonar. Hay algo que está por encima de todas las imperfecciones, defectos y limitaciones. Es lo que podría llamarse buena voluntad, corazón sincero, amor siempre reconstruido y reforzado. Cada uno de los dos hace la salida de su propio yo para tejer, cada día, el nosotros que es un “te quiero” nunca extinguido, como las flamitas de broma de los pasteles. Soportan todos los soplidos sin apagarse.
En todas las épocas se han dado las violencias estructurales, jurídicas, sociales. En todas ha habido recíprocas amenazas, rupturas, en los altos niveles de las diplomacias y las políticas. Cada matrimonio piensa que todo es peor ahora pero esa impresión es producida por la creciente abundancia de información. Las parejas contemporáneas sienten que navegan en tormenta y son las crisis sucesivas las que maduran su amor y lo hacen cada vez más sabio.
Si los valores de la vida conyugal no son conocidos y vividos, se multiplican las asperezas, las desconfianzas, las decepciones, la inculpaciones, los rechazos. La ausencia de recíprocos perdones antes de que termine cada día, hace que se infecten las heridas… Vivir en pareja en estos primeros años del Siglo 21 y del tercer milenio es un gran desafío para tener sabiduría y espiritualidad y mantener firme el “sí” que los hizo compañeros en un amor al servicio de la vida…