1Q84, un Murakami con ecos orwellianos
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Aun antes de su aparición en inglés, se lanza en español -el 10 de febrero en México- su reciente obra que, más que un homenaje a las atmósferas orwellianas, es una metáfora del caos contemporáneo
México.- Harumi Murakami (Kioto, 1949) es considerado uno de los escritores de culto más importantes en el mundo, pero hubo un tiempo en que se sentaba detrás de una barra, como administrador de un club de jazz, aunque se daba tiempo para repartir las bebidas y limpiar las mesas.
"Escribo cosas raras, muy raras -reconoce respecto a sus historias, que mezclan realidad y fantasía, y que los críticos occidentales han calificado de posmodernas-. Pero soy una persona muy realista. No creo en nada new age : el horóscopo, el tarot, los sueños. Sólo hago ejercicio físico, como sano, escucho música y trabajo. Sin embargo, cuanto más serio me vuelvo en la vida real, más extrañas son las cosas que escribo", confesó alguna vez en una entrevista para La Nación, lo que más que explicar su vida y su obra, ahonda el abismo complejo de su obra, si bien eso mismo lo ha convertido en un escritor de best seller.
Y para nutrir aún más esa imagen, Editorial Tusquets lanza en español la más reciente novela de Murakami: 1Q84, una traducción al español directamente del japonés, aun cuando en su versión al inglés todavía no aparece.
Con autorización de la editorial, reproducimos un fragmento del segundo capítulo de la novela, la cual, por supuesto, tiene sus propios antecedentes: en japonés, la letra q y el número 9 son homófonos, los dos se pronuncian kyu, de manera que 1Q84 es, sin serlo, 1984, una fecha de ecos orwellianos. Esa variación en la grafía refleja la sutil alteración del mundo en que habitan los personajes de esta novela, que es, también sin serlo, el Japón de 1984.
TENGO
Una idea un tanto diferente
El primer recuerdo de Tengo era de cuando tenía un año y medio. Su madre se había quitado la blusa, había desanudado el lazo de la combinación blanca y daba el pecho a un hombre que no era su padre. Un bebé yacía en una cuna; probablemente fuera Tengo. Él se veía a sí mismo en tercera persona. Aunque quizá fuera su hermano gemelo... No, no lo era. Aquél debía de ser el propio Tengo, con un año y medio de edad. Lo sabía por intuición. El bebé estaba dormido, con los ojos cerrados, y podía oírse débilmente cómo respiraba.
Para Tengo, aquél era el primer recuerdo de su vida. Aquella escena de apenas diez segundos había quedado grabada con nitidez en las paredes de su mente. No había antes ni después.
El recuerdo estaba completamente solo, aislado, como un pináculo en una ciudad anegada por una gran riada, cuya cabeza asoma por encima de la superficie turbia del agua.
Cada vez que se le presentaba la oportunidad, Tengo preguntaba a las personas que lo rodeaban qué edad tenían en el primer recuerdo de sus vidas. La mayoría, cuatro o cinco años. Como muy pronto, tres años. Nadie solía recordar cosas de una edad más temprana. Era como si un niño debiera tener al menos tres años para poder presenciar y comprender, con cierta lógica, las situaciones que ocurrían a su alrededor.
En fases previas, todo se reflejaba como un caos incomprensible. El mundo era cenagoso como una papilla diluida, carecía de armazón y resultaba elusivo. Se escapaba por la ventana sin llegar a constituir un recuerdo en el cerebro.
Por supuesto, un lactante de un año y medio de edad no puede juzgar qué significa el hecho de que un hombre que no es su padre chupe los pezones de su madre. Eso es evidente.
Por lo tanto, si aquel recuerdo de Tengo fuera verdadero, la escena se le habría quedado grabada en la retina tal y como la vio, sin ser enjuiciada. Igual que una cámara que graba mecánicamente los cuerpos en la cinta de celuloide, amalgamando luz y sombra. Y a medida que la mente se desarrolla van analizándose paulatinamente las imágenes reservadas y fijadas y se les da un sentido. Pero ¿podría haber sucedido aquello en la realidad? ¿Es posible que tal imagen se almacene en el cerebro de un lactante?
¿No sería, acaso, un mero falso recuerdo? Una invención de la memoria: Tengo también había considerado esa posibilidad.
Pero había llegado a la conclusión de que lo más seguro es que fuera imposible. Era demasiado vívida y tenía un poder persuasivo demasiado profundo como para ser una invención. La luz, el olor, las palpitaciones allí presentes. El realismo que emanaba era sobrecogedor; no podía ser una falsificación. Además, suponiendo que fuera real, daba sentido a muchas cosas. De manera lógica y emotiva.
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Tres libros
- 1Q84 se compone de tres partes: libros 1, 2 y 3; en Japón se publicó de esa manera y se han vendido alrededor de dos millones y medio de ejemplares de los primeros dos volúmenes.
- La edición en español se compone de dos volúmenes: el primero se compone de los libros 1 y 2, con más de 700 páginas. El 3 se lanzará en otoño próximo. En su versión en inglés, los tres libros se publicarán hasta octubre.
- Tusquets Editores México tiene preparado un lanzamiento nacional de la nueva novela de Murakami, para el 10 de febrero.