Acapulco se reinventa
COMPARTIR
TEMAS
El verano inició y las vacaciones están a la vuelta de la esquina, por lo que este tradicional destino mexicano mejora sus servicios
Nueve millones de personas eligen cada año pasar sus vacaciones en Acapulco. El que fuera el primer `resort' de México ha sabido combinar los mitos de su pasado con una oferta que concilia diversos tipos de turismo, desde las fiestas de adolescentes hasta los ambientes más exclusivos.
DESTACADOS
En lo que antes eran las afueras de la urbe, brota ahora un nuevo Acapulco, conocido como "Diamante", donde los inversionistas extranjeros han disparado la creación de lujosos complejos hoteleros que permiten a sus clientes recibir toda clase de caprichos sin necesidad de pisar las calles de la ciudad.
La noche de Acapulco goza de renombre internacional y cuenta, incluso, con un cóctel inspirado en ella, que mezcla ron blanco con tequila, zumo de naranja y azúcar moreno. Locales como Palladium, Extravaganzza y Baby'O atraen, desde hace años, a quienes buscan compartir pista de baile con las caras bonitas de la jet-set mexicana.
A Silvia Lira, gerente de ventas nacionales de Las Brisas, símbolo del Acapulco de las estrellas de los años 50 y 60, le gusta explicar cómo su hotel prepara masajes para John Travolta a las tres de la madrugada o recordar el día en el que una de sus empleadas llenó de globos la habitación de un niño que cumplía años.
Concursos de camisetas mojadas conviven con extensos campos de golf en el puerto de Guerrero, al que las barreras naturales han salvado del colapso urbanístico que viven otros enclaves turísticos del mundo.
Tal diversidad responde a que la bahía de Acapulco fue bendecida por temperaturas que nunca bajan de los veinte grados y por playas kilométricas donde cualquiera puede encontrar su sitio: adictos al bronceado, "surferos" en busca de olas y familias enteras en busca de un día tranquilo.
 "Todo el mundo tiene una experiencia de verano en Acapulco", defiende el director del Fideicomiso de Turismo municipal, Jesús Radilla.
Existen varios Acapulcos, que muchas veces se ignoran entre sí. Está el "viejo" o "Dorado", cuya visión nocturna siempre impresiona desde la bahía, plagado de altos hoteles, discotecas y restaurantes, y sede sempiterna del "spring break", las desmadradas vacaciones que México vende a los estudiantes norteamericanos.
"Es tan grande, que un día no es suficiente para ver todas las tiendas", comentan los taxistas cuando circulan junto a "La Isla", el inmenso centro comercial del Nuevo Acapulco, una recreación de un pequeño pueblo que reúne a multitud de firmas internacionales de moda.
Lo rodean campos de golf, villas privadas y hoteles de las más reconocidas cadenas nacionales e internacionales. Camino Real, Habita y Fairmont son tres ejemplos de los recintos amurallados que encierran playas privadas y todo un mundo de lujos para aquellos que se niegan a renunciar al glamour que catapultó a Acapulco a la fama mundial en los años cincuenta.
ACAPULCO SE RECICLA
Las autoridades municipales bucean ahora en las posibilidades del turismo local para afianzar a los viajeros mexicanos.
Dentro de la estrategia de México para reorientarse hacia una oferta alejada del tradicional reclamo de playas llenas de palmeras, Acapulco lo tiene algo más difícil, pero también lo intenta.
Y lo hace con recursos tan antiguos como las pinturas rupestres que, desde Pie de la Cuesta, recuerdan que Acapulco ya fue habitado hace 3 mil años, o el Fuerte de San Diego, que aloja el Museo Histórico local y ha sido testigo, desde su ubicación en el puerto, de los años en los que éste fue la puerta del comercio de la Nueva España con Oriente y los mares del Sur.
El ecoturismo, tan en boga, es otra de las oportunidades de negocio para Acapulco, rodeado de atracciones naturales del valor de la Laguna de Coyuca o la Laguna Negra, de entorno selvático y habitada por tortugas, garzas y pelícanos, entre otros animales.
La Secretaría federal de Medio Ambiente planea ahora construir un cocodrilario allí, donde también se erigirá una estatua en memoria de Johnny Weismuller, el inolvidable actor que encarnó Tarzán y uno de los responsables de la fama internacional de Acapulco como destino paradisíaco.
La extraordinaria conservación del Parque Natural de El Veladero, en la parte alta de la ciudad, también ha permitido años de explotación turística de este ecosistema, en el que aún pueden avistarse águilas pescadoras e iguanas.
Además, estos parajes son, junto con las playas, el escenario de deportes de riesgo como el ala delta, el ski acuático, el parapente, las rápidas lanchas que surcan el río Papagayo o la caída libre, un atractivo añadido para los que no se conforman con tumbarse al sol en la playa.
Aunque, para deportes de riesgo, el más emblemático es el que cada día practican los clavadistas que se zambullen en el Pacífico al atardecer desde los acantilados de La Quebrada.