¿Angeles o demonios? La guerra por la "santa" sede del PAN
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A más de 10 meses de su toma de posesión como presidente, Felipe Calderón no ha podido conquistar la `santa' sede del PAN.
Desde ahí, desde la presidencia del PAN, se pueden anular elecciones internas, bloquear postulaciones de candidatos, ordenar expulsiones y controlar comités directivos estatales. Y no sólo eso. Ahí también se designa a senadores y diputados plurinominales, así como a los líderes de las bancadas del Congreso de la Unión, como Santiago Creel y Héctor Larios.
Ahí se da la bendición para hacer todo tipo de arreglos con la oposición, así sea contra la voluntad de Calderón.
Desde esa "santa" sede se concede la absolución a ex presidentes como Vicente Fox y a ex secretarios de Estado como Francisco Javier Salazar Adame.
Quienes tienen el control no están dispuestos a ceder un palmo de terreno. Al contrario, están preparados para dar la batalla.
Si alguien pensó que Manuel Espino salió derrotado de la Asamblea Nacional de León en junio pasado, sólo porque lo abuchearon, podría estar equivocado.
El éxito o la victoria no radicaban en la rechifl a o el aplauso, sino en el número de consejeros que pudiera tener cada bando.
Según las cuentas que hoy hacen los "santos" guerreros de Espino, ellos tienen más consejeros de su lado. Y son más de los que tenían en los tiempos de Fox.
Son los consejeros quienes habrán de elegir al nuevo presidente del partido, no los simpatizantes, los amigos o los secretarios de Estado.
Quizá eso explique la sonrisa de Carlos Abascal al término de la asamblea de junio.
Aunque el efecto mediático de la rechifl a a Espino y el primer lugar de César Nava pudieran haber llevado a muchos a la conclusión de que Calderón había ganado.
Los capítulos de la historia
I.- El reto
Los candidatos aparecen y preparan las estrategias. El 10 de septiembre, la dirigencia del PAN publicó la convocatoria para la instalación del Consejo Nacional electo en junio.
Llegado el 27 del mismo mes, a menos de 15 días de la celebración del Consejo, Gerardo Prieto, miembro del CEN, obtuvo la bendición de Manuel Espino para anunciar que iría por la presidencia del PAN. Al mismo tiempo, el postulante le advirtió a Calderón que se abstuviera de meter las manos.
El anuncio pareció tomar por sorpresa a los calderonistas. Ni siquiera se había emitido la convocatoria, y Gerardo Prieto ya se adelantaba.
Por otra parte, las denuncias de la evidente corrupción del ex mandatario Fox seguían subiendo de tono.
Germán Martínez, secretario de la Función Pública y candidato de Felipe Calderón, no podría ser el verdugo, ni siquiera de los hijos de Marta, sin sufrir un enorme desgaste con los consejeros de su partido.
La jugada de Manuel Espino salió perfecta. El presidente Calderón reaccionó de inmediato y lo obligó a bajar sus cartas. Al día siguiente, Germán Martínez renunció a la Secretaría de la Función Pública para buscar la presidencia del blanquiazul.
Por su parte, César Nava, secretario particular del inquilino de Los Pinos y eventual candidato,se subordinó y alineó con el contendiente oficial.
Casi como en los tiempos idos de los rituales del PRI, pero con una gran diferencia, al presidente del PAN no se le veian intenciones de renunciar ni de autodescartarse para una posible reelección.
Había llegado el momento de sacar las espadas, de enseñarse los dientes, de proferir amenazas y gritos de victoria anticipados.
Germán inició de inmediato un "road show" de medios, aunque los electores no rebasan los 500.
Había prisa. Su equipo anunció un encuentro con los consejeros para el viernes 6 de octubre. Justo un día antes de la instalación del Consejo Nacional.
Ese viernes, tan sólo unas horas antes del encuentro, Manuel Espino dio una conferencia de prensa desde la "santa" sede.
"Germán Martínez no es candidato a nada y no hay un proceso de elección en este momento. Por lo tanto, no hay una campaña", dijo el dirigente.
Después, cuestionado sobre el hecho de que Germán fuera el candidato de Los Pinos, el presidente del PAN contestó: "Tengo mi opinión al respecto. La podrán intuir, pero ahí la voy a dejar. Creo que ésta es una decisión que tiene que tomar con toda serenidad el Consejo Nacional. Y el Consejo Nacional tiene que tomar su decisión independientemente de la opinión, sea de quien sea".
II.- La respuesta
La convocatoria de Germán Martínez. Esa tarde, Germán Martínez se reuniría con los consejeros simpatizantes de su candidatura.
Iría arropado por César Nava, con quien supuestamente se tendría asegurada una fracción de El Yunque.
La cita era a las 6 de la tarde en el hotel Fiesta Americana de la calle Dakota de la Ciudad de México. No podía ser en las instalaciones del PAN. Manuel Espino nunca lo hubiera permitido. Por el número de camarógrafos, parecía un evento de gobierno.
Los consejeros llegaron a tiempo, pero a las 6:45 el salón lucía a medias. Ya tenían tiempo esperando, Juan Camilo Mouriño, jefe de la Ofi cina de la Presidencia, y el cuñado del presidente, Juan Ignacio Zavala.
También aguardaban el comisionado para los Pueblos Indígenas, Luis H. Alvarez; el secretario de Turismo, Rodolfo Elizondo, y el de la Función Pública, Salvador Vega, así como el subsecretario de Gobernación, Abraham González.
Estaban el Gobernador de Jalisco, Emilio González, el director del Conacyt, Juan Carlos Romero Hicks, y el Alcalde de Monterrey, Adalberto Madero.
Parecía haber más amigos e invitados que consejeros.
Mouriño abandonó el salón acompañado de su inseparable escolta del Estado Mayor Presidencial.
Más tarde aparecieron más invitados. Todos funcionarios públicos. El secretario de Salud, José Angel Córdoba Villalobos y José Luis Luege, director de Conagua.
Los convocados de última hora eran tantos, que llegó también Benjamín González Roaro, diputado plurinominal del PAN, y el ex director del ISSSTE, uno de los más cercanos a la maestra Elba Esther.
Si no hubiera sido por los "yunquistas" infi ltrados, como los ayudantes de Ramón Muñoz, que no asistió, y el propio Velazco Arzac, que también concurrió para evaluar el acto, el resultado hubiera sido desalentador.
Al fi n llegó el candidato. Los pronunciamientos parecían estar más dirigidos a la ultraderecha de Espino que a los impasibles consejeros. Germán habló y se deshizo en elogios para el presidente Calderón.
Citó a Manuel Gómez Morín, a Efraín González Morfín, al "Maquío" Clouthier, a su maestro Carlos Castillo Peraza y hasta a Ernesto Ruff o, pero de Vicente Fox, ni una palabra.
Habló de restar fuerza a los comités estatales del partido y de fortalecer a los municipales, que es donde tiene más simpatizantes Felipe Calderón. Pero lo más fuerte fue cuando dijo que era necesario regresar al centro. Dio a entender que el partido está en manos de la derecha.
El evento sirvió de termómetro para sus adversarios, que le tenían preparada una sorpresa para el día siguiente.
III.- La sorpresa
El día que Espino se les "adelantó". El sábado por la mañana inició la instalación del Consejo Nacional en la "santa" sede.
Ya no se apareció Juan Camilo Mouriño ni tampoco el presidente Felipe Calderón. Sólo su esposa, Margarita Zavala, en su calidad de consejera.
Se respiraba tensión. Calderonistas contra el resto, aunque los consejeros guardaban las formas.
Era evidente que los dueños de la sede parecían tener todo bajo control.
Excepto cuando se paró el consejero de Aguascalientes e intentó tomar la palabra después de la intervención de Héctor Osuna, Gobernador de Baja California.
Parecía que se trataba de un perredista, de esos insolentes que interrumpen la sesión con interpelaciones fuera de lugar.
Los anfi triones se sorprendieron ante al irrespetuoso atrevimiento. Y es que Espino seguía en el orden oratorio.
El secretario del CEN, José Espina, pidió al interpelador que esperara a que terminaran los discursos. En el presidium también estaban Carlos Abascal y César Nava.
Espino empezó su discurso. Nada incendiario, y hasta un poco aburrido. Y llegó el momento en que los amodorrados consejeros despertaron. Nava arqueó las cejas y tomó su celular. Manuel Espino acababa de dar la sorpresa. Un campanazo. Lo que sería la nota del día.
¡Estaba proponiendo adelantar la fecha de la elección! Seguramente el secretario particular del Presidente solicitó línea y discutía algunas cosas, porque no paró de hablar por teléfono. La jugada, que aparentaba ser una súbita disposición para apresurar su salida, en realidad era una estrategia para reducir el tiempo de campaña de Germán Martínez.
Cuando terminaron los discursos, vino la intervención del consejero de Aguascalientes, quien hizo notar que la convocatoria para esa reunión tenía defi ciencias formales. No incluía la lectura de las actas del Consejo anterior, lo cual era necesario para dejar el precedente por si hacía falta impugnar en tribunales la legalidad del encuentro.
Casi al fi nal llegó Santiago Creel. Su retraso parecía que no estaba con unos ni con otros.
Al salir Nava, ya con línea, no tuvo más remedio que decir que la propuesta del presidente del PAN le parecía bien.
Ese mismo sábado, Germán Martínez se apersonó con Manuel Espino. El domingo todo estaba consumado. Espino había vuelto a imponer sus tiempos y su agenda. El Consejo Nacional aprobó casi por unanimidad "la noble y generosa" propuesta del yunquista.
Por la tarde, en la conferencia de prensa, apareció un Espino contento y satisfecho. Seguía insistiendo en que no se descartaba para contender por la presidencia del partido. . IV.- La batalla final
El CEN fija las reglas. El lunes, el Comité Ejecutivo Nacional resolvió que antes del 15 de diciembre habría elecciones.
Pero no se definió fecha para lanzar la convocatoria.
Quizá la explicación se encuentre en las palabras de Espino.
"No se puede decir `quiero ser presidente del partido porque hace mucho que tengo ganas'. No se puede decir `quiero ser presidente del partido porque es una silla en la que muchos quisieran estar'.
Ahí estuvo don Manuel Gómez Morín, ahí estuvo Christie, ahí estuvo Carlos Castillo, ahí estuvo Felipe Calderón. O sea, no puede ser por romanticismo.
"Ser presidente del partido es un acto de una gran responsabilidad que trasciende los intereses personales (.) creo que es una decisión que debe ser previamente refl exionada, acompañada de un proceso de deliberación sereno, responsable y de fondo.
"No voy a renunciar a la presidencia del partido para darle gusto a alguien que así lo sugiera. (Reporte Indigo)