1994
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Escribo estas líneas un día antes de reunirme para el 25 aniversario de graduación con mis compañeros economistas del ITESM. Imaginen un grupo de amigos que en WhatsApp discute sobre temas de actualidad, política, economía, sobre la 4T, sobre AMLO. Ahora imaginen que ese grupo está formado por economistas que durante 25 años han tomado diversos caminos profesionales y se podrán imaginar que casi todos tenemos opiniones firmes y una aparente facilidad para debatir sobre casi cualquier tema. De pronto, hasta un grupo relativamente homogéneo en lo social, cultural y académico muestra que lo que para algunos es blanco para otros es negro y pocos que perciben los tonos de gris. Si extrapolamos eso a la población de este maravilloso País, veremos la complejidad de alcanzar acuerdos y la casi imposibilidad de alcanzar consensos en temas que afectan a la mayoría.
Llegó al aniversario 25 de haberme convertido en economista con amplio aprecio por el ITESM, por mis profesores y compañeros de clase y por los principios de formación que ambos sembraron en mí. Después de todo, en realidad quienes tenemos la fortuna de graduarnos de la universidad, difícilmente sabemos mucho o suficiente a los veintipocos años (esto no aplica para el Mosh ni para AMLO, que tardaron un poco más). Son más relevantes las bases que podemos llevarnos y la dirección en que salimos apuntados.
Por eso creo conveniente referirme no sólo al número del aniversario de graduación, sino al año del calendario que incluso es el título de una serie de Netflix (muy recomendable, por cierto), y tratar de poner las cosas en perspectiva para quienes creen que el País sufre hoy en día una crisis irreversible o que estamos al borde del precipicio.
Hay un capítulo de la serie “1994” donde aparece el presidente Zedillo dando un discurso y justo detrás de él, en el mismo cuadro de la toma, la profesora Elba Esther Gordillo y el líder petrolero Carlos Romero Deschamps. No podemos evitar pensar que esos personajes que acompañaron a Zedillo en ese discurso siguieron y siguen de una u otra forma moviendo partes relevantes de los hilos del País. Pasaron Fox, Calderón, Peña y ahora AMLO, y como hierba mala ahí siguen. Seguimos en manos de muchos de los mismos.
Mientras, muchos aspiramos a grandes cambios aun cuando enfrentamos los mismos obstáculos en el camino.
En 1994 estábamos en la antesala del primer mundo. Arrancó el NAFTA, pero también el EZLN y de ahí pareciera que nos subimos a un tobogán que nos llevó al precipicio. Un economista del ITESM iba a ser presidente de México. Parecía tener un discurso reformador y refrescante, pero todos sabemos la historia. No lo dejaron llegar y nunca supimos si el México que Colosio veía pudo haber sido mejorado en los seis años del mandato que nunca llegó a tener. Por eso creo que es especialmente necesario que quienes vivimos el 94 en nuestros últimos años de universidad o primeros de graduados, en una adultez temprana y juventud relativamente madura, no perdamos la perspectiva de lo que es una verdadera crisis y lo que es tener a un país en cuidados intensivos. En aquel entonces, el País fue apuntado en una dirección que todavía ahora seguimos tratando de debatir si es la correcta, aun cuando los resultados nos dicen que no fue la correcta. Y aun así creemos prudente debatir y exigir que queremos la misma receta. No parecemos seres racionales, sino al contrario. Queremos que haciendo lo mismo los resultados sean diferentes. Volteemos a ver lo que pasó en 1994 y no perdamos esa referencia para medir 25 años casi perdidos en los que acabamos con más de 50 millones de pobres en México y en los que economías, que antes veían a México hacia arriba, nos rebasaron por la izquierda y por la derecha.
Difícilmente los chefs de siempre iban a aplicar una receta distinta. Trajimos a un chef distinto y habrá que ver si su receta no es muy amarga, si la cocina se libra de las ratas y si hay gas para cocinar.
@josedenigris
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