Abbot, ingeniero de la ciudad
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El ingeniero Theodore Sperry Abbott fue uno de los extranjeros que se asentaron en Saltillo a fines del siglo 19 y contribuyó grandemente al desarrollo de la ciudad.
Originario de Inglaterra, nació en 1865, y siendo aún muy joven se estableció en Saltillo, a donde lo trajo la construcción del ferrocarril Coahuila-Pacífico como encargado de trazar la línea ferroviaria entre Saltillo y Torreón, en pleno auge del ferrocarril en México, y aquí se quedó. También hizo el trazo del ferrocarril Coahuila-Zacatecas, que unió Saltillo a Concepción del Oro, Zacatecas. Entre otros muchos trabajos, Abbott trazó el llamado Camino del Cuatro en la sierra de Zapalinamé, construido posteriormente por el ingeniero Juan García Villarreal.
Abbott alcanzó una fructífera vida profesional en Saltillo. Entre incontables obras construidas, dejó una contribución importante en el levantamiento del plano de la ciudad, así como la Carta Geográfica General del Estado que se publicó en 1905 y se distribuyó en las oficinas estatales y federales por mandato del gobernador Miguel Cárdenas. Aún hoy, a más de un siglo de su elaboración, esa carta geográfica sigue siendo utilizada como base por su claridad y certeza. La Comisión de Estudios del Territorio Nacional, la Cetenal, que funcionó hasta 1976, basó en ella sus estudios contemporáneos de Coahuila. El ingeniero Pablo M. Cuéllar dice de Abbott en su “Historia de la Ciudad de Saltillo”: “Parece que él no hizo el levantamiento total del estado, sino que utilizó algunos trabajos parciales hechos por departamentos del Gobierno Federal y él completó los datos faltantes”. Y de la Carta opina el mismo Cuéllar: “En todo caso, su plano es muy bueno y sirvió de base para otros publicados años después, que lo utilizaban vaciando en él nuevos datos”.
El ingeniero Abbott dirigió los trabajos de la construcción del edificio de la Escuela Normal del Estado inaugurado en 1909, y con el ingeniero W. D. Nicholson hizo el trazo de la parte sur de la Alameda Zaragoza, que en principio se llamó Jardín Porfirio Díaz y llegaba hasta la calle Victoria, antes de que ésta fuera cerrada para unir las dos alamedas y hacer un sólo parque con el nombre que ya llevaba la parte más vieja, Alameda Ignacio Zaragoza.
De gran prestigio profesional y como titular del cargo de ingeniero de la ciudad, don Theodore expidió una certificación y recomendación al ingeniero Zeferino Domínguez Villarreal por el trabajo realizado en su oficina durante los años de 1923 a 1929. La recomendación de Abbott le abrió a Domínguez, otro gran constructor saltillense, las puertas para ingresar a la Dirección de Obras Públicas del estado ese año de 1929, en la administración de Nazario Ortiz Garza, oficina de la que años más tarde sería el titular. Como integrante de la oficina de Abbott, Zeferino Domínguez recibió el encargo de proyectar y construir la residencia de don Pedro Quintanilla en la colonia Lourdes, hoy todavía en pie en las manos amorosas de una de sus nietas, María Eugenia Quintanilla de Spagnoli.
El ingeniero Abbott se casó con la señora Aurelia Valle, pero el matrimonio no tuvo descendencia y don Theodore falleció ya viudo en 1934. La tradición oral saltillense cuenta que la servidumbre se hizo cargo de vender sus muebles y sus libros. A estos últimos les ponían precio según su tamaño y grosor, de modo que la tasación de un valioso libro miniatura pudo quedar en el valor mínimo respecto de todos los que había en aquella biblioteca sólo por ser el más pequeño en la estantería.
En agradecimiento a su contribución, Saltillo le puso el nombre de Abbott a una céntrica calle de la ciudad, la que corre atrás del Teatro García Carrillo y une las calles de Allende y Padre Flores, una vialidad de corto trazo en el corazón de la ciudad, pero no por ello menos importante.