Accidentes de tránsito: mucho más que una estadística
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Lo que nuestras autoridades están haciendo en este momento es expedir ‘licencias para matar’ a quienes no cuentan con los conocimientos necesarios
De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los accidentes de tránsito le cuestan la vida, anualmente, a 1.35 millones de personas alrededor del mundo y ubican a estos como la principal causa de muerte de niños y jóvenes de entre 5 y 29 años.
Por lo que hace a nuestro país, los cálculos establecen que unas 10 mil personas mueren anualmente producto de accidentes de tráfico, lo cual nos ubica entre los países con mayor “índice de letalidad” en este rubro.
Se trata, a no dudarlo, de un auténtico problema de salud pública pues, de acuerdo con la OMS, este fenómeno le cuesta, a la mayoría de los países del mundo, alrededor del 3 por ciento de su Producto Interno Bruto.
Un dato relevante que aporta la OMS en relación al tema es que, en los países de ingresos bajos y medianos -entre los que se encuentra el nuestro-, aunque sólo se encuentra el 60 por ciento de todos los autos que existen en el planeta, se registra el 93 por ciento de todas las defunciones provocadas por accidentes de tránsito.
Estamos pues, ante un dato que va mucho más allá de lo anecdótico y al cual deberíamos prestarle mayor atención porque, a fuerza de ser objetivos, existe una mayor probabilidad de morir por efecto de un percance vial que de una enfermedad o de “causas naturales”.
Un reporte que publicamos en esta edición ubica a Coahuila como la décima entidad más peligrosa en materia de accidentes de tránsito en el país. Durante 2018, de acuerdo con el INEGI, en el territorio de Coahuila se registraron más de 13 mil accidentes de tránsito y, aunque sólo un porcentaje muy pequeño de estos (0.7 por ciento) provocaron víctimas fatales, eso fue suficiente para que acumularan más de un centenar de muertos.
Llama la atención que una de las principales causas señaladas como detonantes de los incidentes sea la falta de pericia al conducir, pues ello se relaciona directamente con una responsabilidad del Estado: el otorgamiento de las licencias de conducir.
Se ha documentado largamente que la expedición de licencias de conducir es una actividad esencialmente recaudatoria para las autoridades estatales que no ponen el énfasis en la necesidad de probar pericia para conducir, sino solamente en que los automovilistas cubran el importe del derecho correspondiente para autorizarles a colocarse detrás de un volante.
No es de extrañar entonces, que el “índice de letalidad” de los accidentes de tránsito sea tan alto en nuestro país y se antoja necesario que las autoridades modifiquen de forma radical la forma en la cual otorgan hoy los permisos de conducir a quienes lo solicitan.
Y es que, en estricto sentido, lo que nuestras autoridades están haciendo en este momento es expedir “licencias para matar” a quienes, sin contar con los conocimientos necesarios -no los esenciales o los mínimos, sino los necesarios- se les está permitiendo conducir un vehículo y con ello incrementando el nivel de riesgo para todos.