Adviento a la vista
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El Adviento empieza cuatro semanas antes de la fiesta de Navidad.
En este año, el primer domingo de Adviento será el 1 de diciembre.
Es el tiempo preparatorio. Es el tiempo de ascensión hacia la cumbre navideña. Celebra el nacimiento de Jesús, el Salvador, en Belén de Judá. Es un tiempo de austeridad, de recogimiento y silencio, de sobriedad y moderación. La cultura litúrgica procura darle a cada etapa su verdadero ambiente y su auténtica significación.
El folclore y las comercializaciones se suman a la impaciencia y se da un revoltijo de símbolos. Se ignora o se olvida la secuencia de Adviento, Navidad y Epifanía. Pasado el inicio de noviembre, con las memorias de Todos Santos y de Difuntos, ya algunos hogares plantan, en plena sala, el nacimiento y el pino con sus luces, sus esferas y su estrella. Y ya está ahí el Niño Dios y los magos de Oriente en figuras de barro. Hasta se escuchan tonadas de villancicos grabados.
Se da el salto de muertos a nacimiento. Cuando se vive cada tiempo con autenticidad no hay precipitación. El Adviento no incluye ningún elemento navideño. Las posadas, que son tradición mexicana, no empiezan sino hasta el día 16. No antes. Y se trata de que sean posadas con peregrinos, cantos y rezos, con recorrido de petición. Hay quienes llaman “posada” a una simple cena o a un festejo con música y baile, sin faltar los tragos.
Al iniciar esa novena, anterior al 24 de diciembre, es cuando ya aparecen, puntualmente, los signos del pino y el nacimiento, sin Niño ni magos y sin estrella todavía. Sólo en la Nochebuena se colocan estos últimos indicadores de que ya sucedió el nacimiento del Niño Dios. Es bueno recordar que el mítico “Santa” con botas, barba blanca, panza, traje y gorro rojo, conductor de un trineo volador tirado por renos y con residencia en polo norte, es un trasplante comercializado de una figura real sin las características mencionadas.
El verdadero santo Claus (contracción diminutiva) es San Nicolás De Bari. Obispo en tierras de Turquía. “Cómo no dar mucho si Dios nos ha dado tanto”, decía y ayudaba generosamente a niños y menesterosos. Su fiesta se celebra el 6 de diciembre. No tiene que ver nada con el hombre de la panza. La liturgia centra la mirada en Nochebuena y tiempo navideño en el Niño de Belén, como personaje central. Los regalos y juguetes para los niños se dan en CDMX, en Epifanía, recordando a los tres magos que trajeron al recién nacido oro, incienso y mirra.
Con cultura litúrgica, lo más inmediato para celebrar y vivir es el Adviento. Tiempo de reflexión, de plegaria, de reconciliación, de generosidad y también de austeridad purificadora.
Los mensajes de la Palabra revelada son, en el tiempo de Adviento, un tesoro de sabiduría para un aprendizaje creciente que convierta la fe en vida.
Volver a darle a cada segmento del trayecto hacia la alegría navideña su verdadera ambientación, con sus signos propios, es tarea pastoral y propósito laudable para toda la comunidad de fe que camina esas sendas en la misma gracia y por el mismo amor...