Agbar: en Saltillo no tiene ‘compromiso social’
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Una de las características que suele identificar a las empresas transnacionales es la diferencia de criterios que aplican —para las mismas circunstancias— en los distintos países del mundo en los cuales operan. Como si se tratara de una corporación con “múltiples personalidades”, lo que en una latitud presumen, en otra lo niegan sin rubor.
Ejemplos de este comportamiento existen muchos. El botón de muestra que publicamos en esta edición, relativo al comportamiento de la multinacional Aguas de Barcelona, tan sólo sirve de ejemplo cercano para poner en evidencia el señalamiento.
La empresa, que en asociación con el Ayuntamiento de Saltillo opera el sistema de agua potable de nuestra ciudad, mantiene una política de apoyo comunitario en su lugar de origen desde hace casi un lustro, pero a nivel local no ha mostrado siquiera la intención de implementar medidas similares.
De acuerdo con la página web de Agbar, en Cataluña la empresa ha puesto en operación lo que denominan “Fondo de Solidaridad para el Consumo de Agua” que implica detectar, en coordinación con instituciones de ayuda social, a familias en situación de precariedad que no pueden pagar por el servicio que se les presta y por ello se les exime de tal responsabilidad.
“El Fondo de Solidaridad, impulsado por la Fundación Agbar, permite ayudar al pago del consumo de agua a las familias con dificultades. Se creó en 2012 y se gestiona en coordinación con los servicios sociales de los municipios del área metropolitana provistos por Aguas de Barcelona, ??empresa que asume el costo”, presumen nuestros socios, quienes acompañan al señalamiento una estadística contundente: desde la creación de este proyecto, se han concedido “54 mil ayudas” que han beneficiado a miles de familias.
Las preguntas resultan obligadas: ¿por qué, si se trata de la misma empresa, en Saltillo no existe un programa similar? ¿Por qué aquí pareciera operar una política exactamente al revés de la instrumentada en Barcelona, según la cual la intención pareciera obtener la mayor cantidad de ingresos posibles, sin importar la condición económica de sus clientes?
La pregunta, por supuesto, no solamente debe formularse a nuestros socios ibéricos sino, sobre todo, a la administración municipal de Saltillo cuyos representantes constituyen mayoría en el Consejo de Administración de la empresa mixta.
Ser una empresa “Socialmente Responsable” constituye una de las aspiraciones de toda corporación en la actualidad.
En el caso de Aguas de Saltillo, tendría que ser un compromiso que se tradujera en acciones concretas a favor de las familias de más escasos recursos.
Y si en ella participa un socio privado que en su país de origen despliega acciones para apoyar a las familias de más escasos recursos, el compromiso se multiplica.
A menos, claro, que como ha ocurrido hasta ahora, el interés de nuestras autoridades se ubique de espaldas a las necesidades colectivas.