American Factory
COMPARTIR
TEMAS
Como lo anticipamos en la columna pasada, la plataforma de Netflix se vio favorecida, además de nominaciones al Oscar para películas del género de ficción, también para el de documental.
Y si bien semifinalistas como la recomendación de cine en casa de la semana pasada que fue “Apollo 11”, de Todd Douglas Miller, o la producción también de Netflix “Nada es privado”, de Karim Ahmer y Jehane Noujaim, no fueron seleccionadas por los “académicos” para el Oscar al Mejor Largometraje Documental del 2019 (aunque sí las dos para los BAFTA) hubo otro par de producciones de este género originales de esta plataforma que sí están compitiendo por la estatuilla dorada que se entregará el próximo 9 de febrero de las cuales hoy recomendaremos una que por su temática es una “bandera roja” (término relacionado a un asunto que merece ser tomado como una seria advertencia) para nuestro país en tiempos de globalización corporativa y la bienvenida a la inversión de países como China.
El filme en cuestión se titula “American Factory” (o lo que es lo mismo, “Fábrica Americana”) y es un trabajo que ya como largometraje la pareja de creadores formada por los norteamericanos Steven Bognar y Julia Reichert pensaban que diera continuidad a su cortometraje documental también nominado al Oscar en el 2009 “The Last Truck: Closing of a GM Factory”, ya que si aquel se enfocaba como su título lo indica en el cierre de una planta automotriz de General Motors en una ciudad de Ohio en diciembre del 2008 y lo que esto afectaba a una comunidad prácticamente dependiente económicamente de este lugar de trabajo, la nueva producción se enfocaría en lo que se veía como una nueva esperanza: su reapertura en el año 2015 como fábrica de cubiertas de vidrio para automóviles.
Dado que hubo un gran número de empleados que se quedaron sin empleo y sufrieron de un consecuente desempleo por varios años la mayoría de ellos, desde los realizadores del documental hasta los protagonistas de la historia, manifiestan por ahí haberse sentido incluso “bendecidos” por este hecho aun y cuando la planta sería propiedad en esta ocasión de un billonario chino como filial de su compañía Fuyao, ya que era peor estar sin empleo que acceder a uno que suponían iba a darle cuando menos continuidad laboral al que tenían en el pasado.
Lo que ni los realizadores, que esperaban retratar una especie de “Gung Ho” (Ron Howard, 1986), pero en un contexto actual y real por aquello del choque cultural en un ambiente laboral entre una cultura asiática con una norteamericana, termina convirtiéndose para su sorpresa, y ahora sí que la desgracia de los trabajadores norteamericanos de la misma, en el vistazo a un sistema de explotación que prohíbe desde la sindicalización de sus trabajadores hasta la falta de un seguro médico que desemboca en una situación similar a lo que en la ficción representó la ganadora del Oscar “Norma Rae” (Martin Ritt, 1979). Una trabajo de denuncia y reflexión muy pertinente en tiempos en los que en esta misma semana se acaba de anunciar una inversión millonaria de una planta china en la ciudad de Salinas Victoria, N.L..
Comentarios a: galindo.alfredo@gmail.com;
Twitter: @AlfredoGalindo