ASE: ¿nos ‘induce’ a interpretar sus informes?
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Casi dos semanas después de que se difundió el reporte periodístico según el cual las administraciones municipales de Saltillo y Torreón -así como una docena más de ayuntamientos- no cumplieron con el proceso de entrega-recepción que ordena la ley, la Auditoría Superior del Estado salió ayer a “rectificar” la información señalando que los responsables de la nota periodística “malinterpretaron su informe”.
De acuerdo con el titular de la dependencia, Armando Plata Sandoval, todo se deba a “una mala interpretación del Informe”, pues lo que en realidad ocurrió fue que hubo “quienes incumplieron en informar sobre la materialización de lo que es el proceso de entrega recepción y… quienes no establecieron acciones a partir de la entrega-recepción”.
No deja de resultar llamativa la explicación del responsable de verificar que los sujetos obligados en Coahuila rindan cuentas, sobre todo a partir de lo que textualmente dice el informe que la propia dependencia puso en circulación, y del cual se extrajo la información que dio pie al reporte periodístico publicado por VANGUARDIA:
“…la mayoría de las administraciones públicas de los municipios del Estado, 2010-2013, y las administraciones actuales, no acreditaron haber llevado a cabo el proceso administrativo de entrega-recepción de conformidad con las disposiciones legales aplicables”, dice textualmente el informe aludido.
La “confusión” a la cual se refiere el Auditor Superior de Estado no parece acreditarse, a menos que se trate de una confusión “inducida” por el propio informe que, en todo caso, debería aclarar desde el principio lo que ahora declara Armando Plata.
La pregunta es obvia: ¿por qué si administraciones como la de Saltillo cumplieron con el proceso de entrega recepción que ordena la ley el informe de la ASE no es claro al decirlo?
¿Por qué es necesario que el incumplimiento que explícitamente señala el informe de la ASE deba ser “aclarado” por una declaración informal del titular de la dependencia?
Los cuestionamientos son relevantes porque uno de los señalamientos que con mayor frecuencia se escucha en los círculos gubernamentales es que la Auditoría Superior del Estado mantiene una suerte de “política de excesos declarativos” según la cual sus informes dejan flotando sospechas en el ambiente que pocos se atreven a desmentir públicamente por temor a que “les resulte más caro” confrontar a quienes les fiscalizan.
En esta ocasión, sin embargo, el Ayuntamiento de Saltillo decidió controvertir públicamente lo dicho en su informe por la ASE y el titular de la dependencia ha reconocido que sí cumplieron con el proceso de entrega-recepción pero, para no reconocer que cometieron un error, ha decidido trasladar tal responsabilidad a quien leyó el informe y, según su óptica, “no supo interpretarlo de forma correcta”.
Sería preferible, por supuesto, que los informes de la ASE no requirieran “interpretación”, sino que fueran elaborados con claridad.