Bandera de México
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En 1940, el presidente Lázaro Cárdenas decretó oficialmente el 24 de febrero Día de la Bandera de México, por tal motivo hoy ondeará bajo la comba azul del cielo saltillense, desde muy temprana hora e izada a toda asta en edificios públicos, dependencias de gobierno y escuelas, la enseña patria, la Bandera Nacional Mexicana, igual que en cada pueblo y en cada ciudad del territorio nacional bajo el pedazo de cielo que le sirve de techumbre al País.
La bandera, junto con el himno y escudo nacionales constituyen los símbolos de la nación mexicana, de la patria que nos da cobijo, nacionalidad y carácter, los mismos que desde niños nos enseñan a honrar, amar y respetar. En cada escuela del País se lleva a cabo la ceremonia de honores a la bandera y, por instrucciones de la Secretaría de Educación, se pronuncia en voz alta el Juramento a la Bandera, que los adultos no relacionados al sector educativo poco conocen: “¡Bandera de México! Legado de nuestros héroes, símbolo de la unidad de nuestros padres y de nuestros hermanos. Te prometemos ser siempre fieles a los principios de libertad y justicia que hacen de nuestra Patria la nación independiente, humana y generosa, a la que entregamos nuestra existencia”. Los maestros se ocupan de enseñar a los niños el significado de los símbolos patrios.
México nació a la independencia y a la vida plena de garantías en 1821, apenas van a cumplirse, en septiembre, los dos siglos. En aquellos momentos, los dos caudillos que al final lograron consumar los ideales de libertad de un pueblo conquistado por los españoles y gobernado por ellos durante más de tres siglos, Iturbide y Guerrero, juraron por primera vez fidelidad a una bandera que la Junta Provisional Gobernativa había ordenado confeccionar. Ese primer lábaro patrio llevaba en sus tres colores (rojo, blanco y verde) “las tres garantías” de independencia, religión y unión que ofrecía el Gobierno mexicano. Posteriormente, Iturbide cambió el orden de sus colores que vinieron a significar el verde la esperanza, el blanco la pureza y el rojo la sangre derramada por la libertad, y le agregó en el centro el escudo nacional representado por un águila coronada sobre un nopal. A partir de entonces el águila, de rapiña, con plumas en la cabeza, patas tipo garra cubiertas de plumas hasta el nacimiento de los dedos y pico ganchudo, fue representada de frente o de tres cuartos y con las alas extendidas. Durante la Guerra de los Tres Años (1858- 1860) los liberales impusieron la figura del águila con la cabeza girada hacia la izquierda, mientras que los conservadores la representaron mirando a la derecha. En tiempos de la Intervención francesa el escudo de la bandera usada por Maximiliano representaba el águila coronada y de frente; al triunfar la República le suprimieron la corona. En 1880, Porfirio Díaz ordenó un escudo con el águila de frente y abajo las ramas republicanas, de laurel y de oliva, en semicírculo. En 1916, a instancias de Venustiano Carranza y más de acuerdo con las representaciones indígenas en los códices, el águila adopta la posición de perfil izquierdo que conserva hasta ahora y le agregó la leyenda “Estados Unidos Mexicanos” con la que cerró el semicírculo. En 1968, Díaz Ordaz suprimió la leyenda y modificó ligeramente el águila. Durante la administración del presidente Fox hubo serios intentos de estilizar el águila del Escudo Nacional. El uso de la bandera nacional mexicana está regulado, y por ley debe conservarse un modelo autenticado por los tres poderes de la Unión en el Archivo General de la Nación y otro en el Museo Nacional de Historia.
Esa es, en pocas palabras, la historia de la enseña nacional, la misma que el día de hoy ondeará a toda asta en los cielos mexicanos, la misma que en cualquier rincón del mundo nos identifica como mexicanos.