Beca y aprendizaje
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El apoyo es bimestral.
Se cobra en el banco. Al mismo tiempo una empresa o un taller recibe al estudiante como aprendiz. Se le señala un tutor. Tendrá su tutorado la tarea de adiestrarlo y capacitarlo para un futuro laboral.
Se supone que la beca será bien empleada en cubrir los gastos básicos del tiempo de estudio. Se irán sumando las destrezas para poder tener ingreso futuro en algún trabajo de planta. El objetivo es evitar que el no trabajar ni estudiar haga del joven una presa fácil de influencias criminales o de adicciones letales.
El programa requerirá una constante y cuidadosa supervisión para que el dinero no se mal gaste ni se desvíe y para que el estudio no se descuide. Los tutores requerirán también un entrenamiento que los convierta en transmisores de valores humanos, no sólo de recursos técnicos.
Tanto el estudio como la capacitación han de calificarse para evitar pérdida de tiempo y desperdicio de oportunidades. El mayor riesgo puede llegar a ser la falta de perseverancia. Habiéndose hecho habitual el estado de desocupación y sin la experiencia de escolaridad puede crecer la tentación de abandonar trabajo y estudio aunque se pierda la beca.
Se tendrá que implementar un proyecto detallado de motivación sistemática comunitaria para despertar una mística de esfuerzo y amor al conocimiento y al empeño en el trabajo. Pueden resultar útiles las premiaciones por metas conseguidas, ofreciendo el atractivo de satisfactores bien seleccionados.
Estas políticas tratan de evitar el ocio pernicioso y el desaprovechamiento de todas las potencialidades que quedarían sin cultivo ni desarrollo por falta de atención oportuna e integral. Es cierto que la intervención de las familias será una condición indispensable para que la juventud, becada y empleada, pueda corresponder a la oportunidad con entusiasmo y tenacidad.
Los monstruos del suicidio, la drogadicción, el sexismo distorsionado y prematuro, la violencia y la criminalidad seguirán rondando. Será como un sida que ya no encuentra la falta de defensas que lo hizo crecer. No se trata de un donativo sino de una restitución iniciada para que se vaya pagando la deuda social, mermada por tanto tiempo por la corrupción.
La sana crítica, en ambiente democrático, señalará siempre las deficiencias, las debilidades, los desenfoques. Es un gran servicio para estas iniciativas necesitadas de solidaridad unánime y de constante rectificación y mejora. Sobre todo cuando esa crítica sana va acompañada de sugerencias y propuestas.
El mal hábito de “palo encebado” que siempre jala los pies de quién logra ascender es una ramplonería de actitud mediocre. Sólo revela inmadurez y miseria espiritual. La excelencia ciudadana siempre ilumina, construye, colabora y sabe descubrir, sin enemistad, los aciertos de adversarios para un bien común.
Una recta valoración de la época y de la coyuntura hace distinguir los signos de los tiempos y da oportunidad de crecer en discernimiento, para no confundir trigo con cizaña ni querer seguir echando el vino nuevo en los viejos recipientes de los menosprecios, las etiquetas y las descalificaciones. Estudio y trabajo son sendas que han de quedar siempre abiertas para quienes tienen el mismo derecho de cada generación de estrenar una vida decorosa y digna...