Café Montaigne 14
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Abril es un mes de vida y muerte a la vez. En este mes y ateniéndonos a la climatología poco explorada, influye en ese segmento de la humanidad a lo cual me dedico: los escritores
“Abril es el mes más cruel: engendra/ lilas de la tierra muerta, mezcla/ recuerdos y anhelos, despierta/ inertes raíces con lluvias primaverales”. Son los poderosos versos iníciales, quién no lo sabe, de “La Tierra Baldía” de T.S. Eliot, escritos en 1922. La traducción es de Agustín Bartra. En inglés, finca original del texto, es lo siguiente: “April is the cruellest month, breeding / Lilacs out of the dead land, mixing / Memory and desire, stirring / Dull roots with spring rain”. El poema tiene 434 versos. Desde su publicación, modificó el eje de la tierra misma.
Aún hoy, lo sigue modificando. Por eso es poesía. Sin adjetivos. Una poesía telúrica para mí, que devasta todo a su alrededor y a cualquier lector que se acerque a este poema/libro fundacional. ¿Abril es el mes más cruel? Para no contradecir al poeta, sí, abril es el mes más cruel. Mes para observar cómo florecen las espigas y botones de rosas en los campos; pero también, mes para llevar madrigales, bouquet de siemprevivas, gardenias y espigas a las sepulturas de los muertos, los recién muertos. Abril es un mes de vida y muerte a la vez. No hay contradicción de por medio. Es un mes cruel, lo dijo Eliot. En este mes y ateniéndonos a la climatología poco explorada como influencia en la existencia y ocaso, ésta influye de manera definitiva en ese segmento de la humanidad a lo cual me dedico, los escritores, los labradores de letras. El oficio de las letras.
Los escritores nacen y mueren en abril. Mes feroz, sin duda. ¿La incidencia de nacimientos y decesos es algo trivial, casuístico o definitivamente influye la estación, el clima y eso llamado naturaleza a la cual ya poco hacemos caso? Hemos perdido la comunicación con los dioses ancestrales. Antes, en tiempos antiguos, nos subíamos en “las alas de las golondrinas” e íbamos a “cortar flores en el cielo”, lo dijo el poeta griego Yannis Ritsos. Antes se caminaba descalzo sobre la hierba y junto con las cigarras se hablaba “el lenguaje del sol.” No más. Los buenos mueren en abril. Se muere y nace en abril. De tres, tres. El 23 de abril es un día harto doloroso y grande. Este mismo día del mes de abril de 1616 murieron Miguel de Cervantes, William Shakespeare y el Inca, Garcilaso de la Vega. Coincidencia histórica ¿gratuita?
No sé usted, pero yo me lo estoy pensando seriamente. Cervantes, el más grande en lengua española. Shakespeare, genio inglés sobre el cual están construidos muchos de nuestros mitos amorosos, románticos, de poder y resonancia política. Y el inconmensurable Inca, reflejo de una crónica, de un puente entre dos mundos que chocaron ruidosamente: el imperialismo ibérico contra la América virgen, idílica e inocente. No del todo, claro.
Esquina-bajan
Un 1 de abril de 1837 nació el novelista colombiano Jorge Issacs, autor de la que se considera la mejor novela romántica latinoamericana y la cual y en su momento, todos hemos leído, “María.” Hay un escritor francés al cual no he leído. No sé usted. Lo más probable es que usted sí, pero, lo importante de Francoise Prevost nacido el 1 de abril de 1697 es que escribió una novela “Manon Lescaut”, la cual lo más probable es que usted ya la vio, admiró y escuchó como ópera. La famosa ópera homónima del compositor Giacomo Puccini. Un primero de abril nació también un novelista checoslovaco, alto como pocos, Milan Kundera. De quien he disfrutado varias novelas y su teoría sobre la novela. Alto y garboso, sin duda.
Las anteriores semillas germinaron en abril. Hay otras semillas, espigas, flores que se han marchitado debido al embate de la naturaleza de tan emblemático mes. Después de Miguel de Cervantes Saavedra, a Fernando de Rojas se le considera el más grande escritor de la literatura española. Es decir, de no haber nacido y escrito lo que escribió Cervantes, Fernando de Rojas sería hoy el más grande. Y sí, murió un 1 de abril de 1541 en Talavera de la Reina. Y claro que usted ya leyó su obra, “La Celestina.” Carta marcada. Los buenos escritores mueren en abril. Un 3 de este mes del año 1991, murió un escritor británico bueno y entretenido como pocos, Graham Green.
Éste es autor de un puñado de cuentos y novelas harto leídas y muchas de ellas llevadas con éxito al cine. Entre sus textos se cuentan “Nuestro Hombre en la Habana”, “El Poder y la Gloria”, “El americano impasible.” Este buen británico hace lo mejor que saben hacer los escritores anglosajones, contar una historia. Y lo hacen con eso llamado verosimilitud literaria. Es decir, sus personajes van al baño, almuerzan en ordalías casi funestas, se mueven entre espías y agentes secretos. Aquí bulle la condición humana, nada más pero nada menos. Y sí, el clima, la naturaleza juega en sus novelas un papel esencial. El clima es noticia en London, como lo es París.
Letras minúsculas
“Una multitud de imágenes rotas donde el sol incide,/ y el árbol seco no protege”. T.S. Eliot. La naturaleza seca ya no protege la vida. Continuará…