Café Montaigne 141
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¿Cuál es su escritor favorito, cuál es su compositor favorito, cuál es su pintor favorito, estimado lector? Y pregunta siempre sin resolver, no hay respuesta, claro: ¿cuál es su libro favorito? ¿Uno sólo? Sí, uno sólo. Un sólo libro. Aquello de Robinson Crusoe, tener un libro en una isla desierta. Aquello de Gonzalo de Aguilar, el cual llegó a esta gran isla llamada América y traía un sólo libro luego del naufragio, sólo se quedó con un libro en sus manos de lo poco lo cual se rescató del naufragio: un “libro de horas”, páginas mutiladas el cual siempre traía atado a su taparrabos. ¿Cuál es entonces su libro, su autor favorito, señor lector?
Sucede una cosa con la obra de Gabriel García Márquez, con los “Ensayos” de Michel de Montaigne, con William Shakespeare, con la “Divina Comedia” de Dante Alighieri, con la obra de Homero; con ese poeta divino, T.S. Eliot, con la obra de Séneca, Platón y, claro, con la Biblia: usted va al anaquel, saca un libro de los anteriores deletreados al azar, lo abre cerrando los ojos, piensa usted una pregunta, un cuestionamiento y pone su dedo índice al arbitrio en cualquier línea donde éste caiga y descanse: allí habrá una respuesta. Estos libros portentosos y sus autores fueron tocados por el mismísimo Dios, y en sus letras está condensado todo el universo. ¿Lo duda? Lo vamos a probar poniendo acento en William Shakespeare (WS).
Sus personajes sirven como ejemplo en materia literaria, psicoanalítica, teatral, cinematográfica e incluso, histórica, aunque históricos no son del todo. Cada obra de teatro de Shakespeare acepta una multiplicidad de interpretaciones o lecturas de acuerdo a las posibilidades del espectador y lector. ¿Quiere usted hablar del juego de poder? Vaya a WS. ¿Quiere usted abordarlo desde su vena histórica? Vaya usted a WS. ¿Quiere usted aprender o ver vericuetos donde bulle la condición humana como el sexo, los odios, la ira, los celos? Vaya usted a WS. ¿Quiere usted aprender sobre los entretelones de los gobiernos no antiguos, sino actuales? Vaya usted a WS. ¿Quiere usted aprender sobre el arte de la guerra? Vaya usted abrevar a la pluma de WS. Pongamos ejemplos rápidos de todo ello aunque luego nos demoremos en varios aspectos.
¿Qué es más importante: el amor de una mujer, a la cual en teoría se ama, o tener poder? ¿Es más importante una mujer, la sociedad o el mismísimo país? Escribe William Shakespeare dándole voz a un personaje: “Cuando las circunstancias lo exigen, hay que sacrificar a las mujeres. En verdad que sería lamentable sacrificarlas sin motivo; pero si es necesario decidir entre ellas y una causa importante, nada significarán ellas para nosotros…”.
ESQUINA-BAJAN
¿Engatusar al ser amado para tenerlo a merced e indefenso en la orilla del tálamo, en este caso la mujer al hombre elegido? Leamos: “Mira dónde está, quién se halla con él y qué hace, pero no le digas que te envío yo… Si le ves melancólico, dile que yo danzo; y si está alegre, cuéntale que me he puesto enferma de repente. Pero vuelve pronto”. Este y no otro es el gran poder de William Shakespeare. Todo lo encontramos en él, por eso sigue maravillando y es insuperable. Cualquier cosa de la cual necesitemos consejo, aquí lo hallaremos. Cualquier pregunta obtendrá respuesta. Por esos sus estructuras son las más representadas en el cine de Hollywood. Algunas cintas de cientos las cuales usted ha visto e imagino sabe dónde abrevan de semilla: en WS. “El Rey León” basada en “Hamlet”, “Kiss me Kate”, basada en “La Fierecilla Domada”; “Una Chica en Apuros” basada en “Noche de Reyes”; “Así es el Amor”, sin duda basada en “Sueño de una Noche de Verano”…
Usted es un hombre de empresa, exitoso, rico, poderoso, pero tiene el deber inaplazable de salir justo hoy de viaje urgente de negocios al otro lado del mundo. O al menos, aquí cerca, a la Ciudad de México. Si acaso lee esto en mi pueblo, Saltillo, acaso usted va a Estados Unidos. En fin, usted tiene el deber obligado de salir inmediatamente. Va con su pareja, le avisa de ello. Ella le suelta el siguiente discurso: “Entonces asegurabas que no te marcharías nunca. En mis labios y mis ojos estaba la eternidad, y la felicidad en el arco de mis cejas; mis menores partículas tenían un sabor celeste, según tú. Pues en nada he cambiado. El mejor guerrero del mundo (aquí ponga, escriba usted su puesto: empresario, arquitecto, ingeniero, licenciado) ha resultado el mayor impostor”. Caray, así las cosas con su amante, su esposa, su pareja, señor lector. ¿Usted, qué haría? Máxime sabiendo el atractivo y belleza de su pareja la cual le enderezó el anterior discurso.
Preguntémosle a William Shakespeare algunas cosas sobre política, eso llamado pueblo, democracia, monarquía, reyes, princesas… Dice el gran WS: “El pueblo se parece a una alga vagabunda llevada por las olas; va y viene a merced de las mareas y acaba por pudrirse a fuerza de cambiar de sitio…”. Lo siguiente es lección de vida, como todo lo antes deletreado, aunque aterrador: “Ve a decir a Agripa que ponga a los desertores del campamento enemigo a la vanguardia, a fin de que Antonio desahogue su cólera en sí mismo…”. Lo anterior es apenas una mínima estampa de palabras, mínimos consejos de la vasta obra de WS. Esto es apenas de un sólo libro, inconmensurable, “Antonio y Cleopatra” para RBA editores. ¿Qué pasa, señor lector, cuándo usted ama a una mujer, la única sobre la tierra a la cual usted dice idolatrar hasta la muerte? Lea lo siguiente cuando el gran Antonio le reclama a la no tan bella Cleopatra: “¿A dónde me has llevado, egipcia? ¿Ves cómo trato de ocultar mi vergüenza a tus ojos, mirando detrás de mí el aniquilamiento de mi honor”?
LETRAS MINÚSCULAS
Todo está en Shakespeare sabiéndolo leer…