Café Montaigne 152
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La pandemia del virus chino ha exhibido nuestras miserias. No hay ninguna novedad. Es lo que todo mundo sabemos con el tráfago diario de la existencia. Es nuestro tránsito sobre la tierra: un soplo, una voluta de humo, luego… nada. Es la vida de los humanos sobre esto llamado tierra. ¿Eternos? ¿Felicidad eterna? ¡Ja!, jamás. Eso es cosa de libros de superación personal, maestros enmascarados del “Coaching”, terapias motivacionales, psicólogos trasnochados y esa basura que hoy, no sirve para nada. Nunca ha servido, hoy menos ante la pandemia. ¿Qué somos los humanos? Una hierba, queremos ser eternos y apenas estamos de tránsito en este planeta “… la hierba crece en la mañana, En la mañana florece y crece; a la tarde es cortada y se seca”. Proverbios 90:5 y 6.
La pandemia ha venido a evidenciar nuestras carencias de todo tipo: en materia personal (la terrible individualidad y poca o nula solidaridad con nuestro prójimo, nuestro próximo), en materia económica (desgraciadamente vivimos al día la mayor parte de los mexicanos y nunca estamos preparados para una lucha de largo aliento como ésta), problemas de salud siempre a flor de piel. No sólo nosotros, sino nuestras instituciones. Sí, esas que Andrés Manuel López Obrador se ha dedicado a minar (verbal y con presupuestos, dejándolas en la ruina y a los mexicanos en la indefensión). Somos débiles ante un piquete de mosco o araña que nos mata (el zika, la araña “violinista”), somos débiles ante una subida de precios en la canasta básica (hoy es el principal ejemplo de ello), somos débiles ante una pandemia de proporciones bíblicas.
¿El problema es de hoy, de ayer y el único culpable es AMLO? No. Aunque con su estilo personal de gobernar (casi siempre basado en venganzas, amarguras, recelos y revanchas) debilitó a tal grado a las instituciones de México (apenas tiene poco más de un año y todo lo jodió), que las consecuencias son catastróficas. Los terribles brotes de contagio masivo tanto en el IMSS de Monclova, Coahuila, como en Tuxtla, Ecatepec, o en Gómez Palacio, Durango, y una actitud francamente abominable y estúpida de una buena parte de los mexicanos al agredir a quienes son la línea de contención, médicos y enfermeras, hablan precisamente de esta “cultura y educación” de la ignorancia en la cual estamos inmersos y que se ha agudizado con AMLO al otorgar dádivas (becas) y no exigir compromiso ni estudios serios y confiables a los millones de estudiantes becados. Arrastramos corrupción e inercias que han explotado con el contagio de la pandemia del virus chino. De 2012 a 2019, el IMSS reportó el robo de 171 millones 753 mil 707 pesos en medicamentos de sus diferentes instalaciones públicas de todo el País. Una sangría con un alto costo para todos. Coahuila no está exento de lo anterior, ya con AMLO (2019) en el poder, los robos al IMSS siguieron su curso: hubo robos por más de 2 millones 774 mil 780 pesos (cifras al mes de septiembre).
ESQUINA-BAJAN
Lo de Monclova, Gómez Palacio, Tuxtla Gutiérrez… no debió de ocurrir. De la falta de previsión, exceso de confianza e incluso, ignorancia e indolencia, en días, acaso horas, se pasó a la angustia, a la desesperación y al dolor. El contagio ha sido masivo, brutal. De Monclova, como decimos popularmente los mexicanos, se empezó a regar el tepache. Luego de atender a un trailero (un hombre de 42 años), un conductor de oficio aquejado del mal y sin ningún protocolo al respecto, el doctor que lo atendió se contagió y murió (Walberto Reyes). Lo anterior en la Clínica 7 del IMSS, la más grande de la región centro de Coahuila. Hoy, el contagio alcanza a todo Coahuila. El hombre duró en cama de hospital cuatro días. Suficientes para apestar a todo mundo y ya causar otras muertes y claro, el virus ha llegado a municipios cercanos como Nueva Rosita, Sacramento, Cuatro Ciénegas.
En este año, nos aquejan todos los males. Se ceban en nosotros y en nuestra enjuta humanidad. Pero, hay un principal orquestador: Andrés Manuel López Obrador. Todo lo concentra, todo pasa por su mano (encarna al moderno Cacique o Tlatoani azteca) y todos los recursos son centralizados. Así es imposible enfrentar algo tan delicado como la pandemia y emergencia sanitaria. Desapareció el Seguro Popular que ya estaba trabajando en toda la República y creó algo que no ha funcionado: el Insabi. Del Sistema Nacional de Salud, mediante decreto, desapareció el Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos. Por eso se autorizan al vapor y sin transparencia alguna, montos y dineros sin regulación. AMLO levanta el dedo y lo hace. Un cacique de pueblo a la vieja usanza.
Salud, virus… alimentación. Una y otra vez en sus conferencias para dar el parte de guerra diario en contra del bicho que es de contacto y no viaja con el aire (dictamen de la Organización Mundial de la Salud, por lo cual las mascarillas o tapabocas son letra muerta), el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell lo ha dicho con todas sus letras: somos un país con obesos, diabéticos, hipertensos y con millones de habitantes que padecen alcoholismo y tabaquismo. Por lo cual tenemos una “salud deteriorada” y eso hace infinitamente vulnerable a este gran estrato de la población a sucumbir si la enfermedad desatada por el virus se les contagia; 300 mil muertes al año, dijo el funcionario, están relacionadas con la pésima alimentación de los mexicanos. Se lo repito, señor lector: el virus en sí no es tan letal, pero si le “ayudamos” con nuestra mala comida y nuestra indolencia y no prevención, el bicho nos va a morder. No hay duda.
LETRAS MINÚSCULAS
AMLO, devastando al país y a sus instituciones para… ahorrar. Administrar la pobreza, pues.