Café Montaigne 70
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Los procesos creativos son tan ‘locos’ en muchos casos, como los mismos creadores. Es decir, escritores, pintores, músicos, compositores tienen maneras poco ortodoxas en su proceso creativo
Sin café amargo por la mañana dudo que exista el mundo. No puedo imaginarme el mundo –mi mundo– sin despertar y no beber varias tazas de café expreso. Ya luego cambiaré a tazas con café un poco más ligeras, pero de entrada y para que duela el gaznate y el universo gire y funcione, tres o cuatro tazas de café expreso: rudo, negro, lo más oscuro posible. Sí, donde no se vea jamás el fondo de la taza. Ya luego iniciará la batalla cotidiana contra la siempre avasallante e inquietante hoja en blanco. Vendrá la lucha cotidiana, el trabajo de picar la hoja (con lápiz, pluma y luego, la transcripción al ordenador personal), el convocar a las huidizas y veleidosas musas, finalmente, lo más penoso: corregir.
Esto es mi rutina casi diaria de trabajo por la mañana (leo de noche y escribo muy poco; es decir, sólo notas aquí y allá). “Escribir es someterse al juicio de sí mismo”, decía Enrique Ibsen. Escribir es un proceso tan complicado o sencillo, según el autor elegido, que afloran los famosos vicios y/o virtudes de todos nosotros. En cada caso, obedecen a pasiones secretas, herramientas extrañas de las cuales se proveen, o la capacidad o incapacidad de sentarse a diario frente a la siempre terrible hoja en blanco (pantalla).
¿Qué resortes secretos, ocultos hacen detonar la imaginación creadora del escritor? ¿Cuál es el mejor afrodisiaco para escribir la página perfecta, el poema memorable o la novela inmortal? Recordamos que el Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, no se sentaba a escribir si no tenía una rosa amarilla recién cortada sobre su escritorio. Otro nobel, Samuel Beckett, sólo utilizaba papel, lápiz y se sentaba en su escritorio el cual tenía de frente a una pared… inmaculadamente blanca. La llamada “Generación Beat”, de poesía y narrativa norteamericana, depositó en los estimulantes su poder creativo; mientras escribían, se atiborraban de peyote, marihuana, dexedrina, pastillas psicotrópicas y toda suerte de estimulantes.
Los procesos creativos son tan “locos” en muchos casos, como los mismos creadores. Es decir, escritores, pintores, músicos, compositores tienen maneras poco ortodoxas en su proceso creativo. Ahí le van dos anécdotas de grandes pintores que dan mucho qué pensar y examinar. El francés Jean Géricault estudió una y otra vez el aspecto agonizante de hombres en el hospital, de forma particular a los agonizantes. Al parecer, no le fue suficiente, un día se afeitó la cabeza y se fue a encerrar con los despojos humanos en el depósito de cadáveres. Así fue que se “inspiró” para crear, para pintar su obra cumbre, “La Balsa de la Medusa”. Arte tan perturbador del cual ahora ya pocos o nadie abreva. Tiempos ligeros viven los jóvenes, vaya.
ESQUINA-BAJAN
Hay de inspiración a inspiración y de caprichos a caprichos, pero ¿qué es uno y qué la otra cosa? Un vecino de Immanuel Kant mandó talar su árbol, porque éste se interponía entre la vista del viejo filósofo y el reloj de su pueblo, al cual estaba atado y lo veía diario. Anécdota similar es la siguiente: en 1883 el gran Claude Monet pintaba un viejo roble cerca de su casa en Giverny. Eran los estertores del invierno. Se vino una ventisca terrible y el maestro tuvo que interrumpir su trabajo hasta que mejoró el clima y, claro, mejoró él en su salud quebrantada. Pero, cuando fue a plantarse frente al roble, éste ya estaba en plena floración. ¿Qué hacer?
A petición del gran Monet (¿un capricho?), el alcalde del pueblo mandó a empleados que quitaran, arrancaran del árbol hasta la última floración o capullos, con tal de tener al roble como lo había visto el maestro antes de los brotes de vida. Así se hizo. Claude Monet, entonces, se sentó a terminar su trabajo y siguió pintando donde se había quedado. Todo lo anterior viene a cuento por lo siguiente: leo biografías apasionantes de científicos, hombres que tienen sesos e inteligencia donde bulle el futuro de la humanidad, igual que en un artista pues. Seres humanos dotados con ideas, pensamientos claros y modos de trabajo… iguales o peores que los artistas nombrados.
Voy leyendo una biografía de Richard Phillips Feynman (1918-1988), el cual ganó el Premio Nobel de Física por sus contribuciones al campo de la electrodinámica cuántica. ¿Sabe dónde trabajaba una buena parte de su tiempo, haciendo ecuaciones matemáticas en servilletas de papel y donde revisaba los trabajos de sus alumnos del Tecnológico de California? En un table dance (Bar Topless, en ese entonces). De hecho, cuando cerró el bar, el científico fue a la corte a testificar y abogar para que se abriera, alegando que prestaba un “servicio público” a sus clientes. Es lo que le he contado aquí, estimado lector: los bares, cantinas y tables dances son una especie de puestos de socorros para desdichados como yo…
LETRAS MINÚSCULAS
Cuando usted le escribe letras de amor a su esposa o novia, ¿usted que hace, lector, cómo se inspira? Le recomiendo vaya a Monterrey a los tables dances, aquí la inspiración pasa caminando cada minuto…