Café Montaigne 76
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Scherer se acerca fiel y memorioso a su ente asediado para hacer una radiografía cruel y dolorosa, pero viva y real, sobre una generación perdida en la guerra del narcotráfico en México
Un alto en el camino. No todos podemos, pero si usted es de esos seres humanos que tiene un peso de más o ha ahorrado para ello, lector, obliga este inminente periodo de invierno a solazarse un par de días, levantar amarras, olvidarse del tráfago y los problemas cotidianos y tomarse días de vacaciones.
Son necesarios. Y nada más gratificante el ir a la playa tal vez, el ir a una ciudad colonial, el tomar un recorrido en la sierra tarahumara, tal vez ya nevada hoy, o ir a vagabundear a la sierra de los huicholes incluyendo, claro, ese lugar mágico, Real de Catorce, SLP.
Para desgracia de todos, hoy ya engullido por hordas de turistas.
Pero no todo debe de ser paseo y vida disipada en este invierno, por ello escoja usted un buen par de dos o tres libros y llévelos como amuleto para su lectura, conocimiento y distracción.
¿Cuáles libros y cuáles autores? Pues los que sean de su agrado y apetencia. Hoy vamos a comentar a vuela pluma dos o tres libros que están a buen precio (unos aquí y otros en la vecina ciudad de Monterrey) y que tal vez sea para usted como una guía, un mapa, como un posible camino de acceso para que usted explore varios autores y sus propuestas de escritura. Claro está, sin que usted deje de leer su diario favorito y las noticias frescas del día, en este caso, sí señor, VANGUARDIA. Comenzamos.
El libro ha salido en edición de bolsillo, un libro compacto. Se lee en dos o tres horas a lo mucho, pero deja la cabeza zumbando. Mueve la conciencia, su lectura provoca un movimiento telúrico, como deben ser los buenos reportajes periodísticos.
En épocas de mentiras que se hacen pasar por verdad inobjetable (nuestra era), el siguiente libro tiene un costo de 99 devaluados pesos. Cuesta poco, pero abre lejanías. Es uno de los últimos libros preparados por el maestro Julio Scherer antes de su muerte, “Niños del Crimen”, hoy editado bajo el sello de editorial Grijalbo y Proceso en un amplio tiro de ejemplares para venderlo en puestos de revistas y periódicos. Es decir, accesible a todo mundo. Poco más de 100 páginas espléndidamente escritas, como siempre lo fueron las palabras trazadas en papel blanco por el periodista mexicano más admirado por antonomasia.
Scherer se acerca fiel y memorioso (con entrevistas y al espulgar documentos penales) a su ente asediado para hacer una radiografía cruel y dolorosa, pero viva y real, sobre una generación perdida en la guerra del narcotráfico en México: los niños, los adolescentes.
Éstos dejaron los juguetes y muñecas de trapo para convertirse en feroces delincuentes y homicidas. La nota roja elevada a hilo narrativo por la agudeza de Julio Scherer.
ESQUINA-BAJAN
El lado oscuro de la luna son las historias de terror y muerte contadas por la prosa flamígera del maestro Scherer. Un denominador común que se presentan en éstas, algo de lo cual machaconamente he venido insistiendo en este generoso espacio: el origen de todos nuestros males es la pobreza y, por extensión, el hambre. Claro, la desintegración familiar, el abuso infantil, las drogas, los enervantes, el alcohol, sí, pero primero la pobreza, el hambre.
Según la Coneval, y ya terminado el sexenio de Enrique Peña Nieto, más 54 millones de mexicanos están en la pobreza. Buscan comida, algo qué beber y qué comer. Los grupos del crimen organizado se los dan. El intercambio es por la vida misma.
Libro demoledor y que le dará a usted, lector, una visión amarga, sí, pero real y sin tapujos del verdadero costo de la guerra contra el narcotráfico (así la bautizó en su momento Felipe Calderón, una “guerra”). Una radiografía dolorosa de esta infancia perdida, donde miles de funcionarios que están en dependencias de tomas de decisiones prefieren cerrar los ojos.
Busque el libro, es bueno, como todo lo escrito por Julio Scherer. Y claro, esto y no otra cosa es la urdimbre que anima a los poderosos cárteles. Cambian de líderes, pero siguen su ruta de dinero podrido, venta de drogas al por mayor y miles de dólares y pesos como ganancias.
Son años de plata y plomo. Quien tiene un peso de más (legítimo) sufre lo indecible para cuidarlo. Quien ha sufrido y sudado para tener dinero, hoy lo cuida el doble.
Hoy hay cámaras de vigilancia en los restaurantes, en los centros comerciales, en los grandes almacenes, en las oficinas de pago gubernamentales, en la vía pública y casi en toda calle…
Cuando ayer sólo había cámaras de vigilancia en la cárcel, en la prisión. De este tamaño es nuestro miedo, ya no hay libertad.
Lo anterior usted lo puede explorar largamente en el título, una reflexión clásica, “Vigilar y Castigar” de Michel Foucault. Una de sus tesis de entrada, y creo que usted lo recuerda, es que en un tiempo atrás, pasado, digamos, existía o se sustentaba un Estado en territorio y soberanía, lo cual ahora se ha pulverizado al ser abolidas las fronteras casi de cualquier país.
Hoy se intercambian y se venden legumbres, ropa, mercaderías, juguetes, autos, drogas, todo. Pero las fronteras siguen existiendo para las personas y se les impide su libre tránsito. Otra tesis: se ha pasado de un Estado de población o pueblo político, a un Estado o población sólo demográfica. En el extremo, el pensador Gilles Deleuze ha dicho que hoy sólo existe el “Estado de control”. Le creo. Busque usted los libros de este pensador, soberbio.
LETRAS MINÚSCULAS
Regresaremos al tema con un buen café con ron mañanero.