Café Montaigne 93
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TEMAS
Lo vimos la semana pasada: las fronteras de los géneros musicales, como las fronteras de los géneros periodísticos o de literatura, se han abolido desde hace mucho tiempo a la fecha. Y de hecho, todo influye en todo. El gran pintor Vasily Kandisnky tenía su motivo de inspiración para su pintura, en la obra del… músico Richard Wagner. Mucha de la producción de Gabriel García Márquez estaba ancilada en la escucha y disfrute estético sin tiempo de medida, de ciertos músicos y melodías, entre ellos Bartok, Federico Chopin, Antonio Vivaldi, Johannes Brahms… le conté también la ocasión anterior, del grupo de violonchelistas finlandeses, “Apocalyptica”, los cuales tienen más de 20 años mezclando el heavy metal con la música llamada clásica. En sus conciertos de adrenalina pura, lo mismo tocan a Bach o a mi favorito, Joseph Hayden , a la par de volcar todo su poder en Metallica, Pantera o Sepultura; sin olvidar colaboraciones absolutamente deslumbrantes como la de Nina Hagen en su momento.
Hoy hay varias agrupaciones y ejecutantes alrededor del mundo con tal variedad, los cuales se han posicionado como los mejores intérpretes de eso llamado en inglés, “crossover.” Viaje y trastorno de los sentidos, estados alterados y memoria dilatada o lo contrario, memoria afligida; de todo pasa al escuchar y ver a este tipo de agrupaciones musicales como “Apocalyptica”, “2 Cellos” (Luca Sulic y Stjepan Hauser), “Mozart Heroes” (dueto de violonchelo y guitarra), el “Amadeus Electric Guartet” y claro, al hora ídolo en muchas partes del mundo, el alemán David Garrett y su banda. Fui a ver el pasado mes de noviembre del año 2018 a la Arena Monterrey al violinista alemán David Garrett. Música y espectáculo de primer mundo. Lejos, bastante lejos del pálido alfabeto en materia cultural el cual se cultiva en Coahuila y con lo cual se engaña cotidianamente.
La vida es efímera pero la obra, la verdadera obra de arte queda, como la música, como las palabras, como el amor, como la poesía… sí, esa, la misma la cual estalla en sonidos y silencios cada vez al escuchar los poderosos cellos de los finlandeses de “Apocalyptica” al tocar los acordes de “Master of puppets” o bien, al escuchar a David Garrett y el embrujo de su violín y banda al reinterpretar “Smooth criminal” de Michael Jackson, “Who wants t olive forever?” de Queen, hoy tan de moda o los estridentes riffs de AC/DC. ¡A otro público con semejante música! No la luz, sino la oscuridad. La noche, dicen, es ausencia de luz. Un minotauro jala mi lápiz y la noche se hace clara. Bien afilada la punta, deslizo en suave papel italiano –buenos navegantes y mejores para las mercaderías y el cambalache– mi lápiz Faber-Castell. Llego al filo del deseo siempre escuchando buena música.
ESQUINA BAJAN
Hay oscuridad, pero la huella fina del lápiz no busca la salida del túnel, no; busca la estela centelleante del grafito y su dibujo; a veces fino, a veces tembloroso. Ahora le aúlla a la luna, ahora busca la ventana de la página en blanco. La noche, ausencia de luz. Lo negro, ausencia de color, de blancura. Encorvado sobre mi mesa de trabajo, deslizo, suave, sobre piel de aire o de mujer, mi Faber-Castell. Lo deslizo en la espalda, en la piel de durazno de Gloria y la tormenta se desata mientras en el aparato de sonido suena una melodía de “Mozart Heroes” dos tipos los cuales uno con guitarra y el otro con violonchelo, primero, interpretan magistralmente la “Sinfonía 40” de Wolfang Amadeus Mozart para luego acometer con pasión, furia y deseo, la gran “Enter sandam”, cómo no, de “Metallica”.
Disfruté enormidades el concierto de David Garrett. Sólo había escuchado completos tres de sus discos. Sus primeras interpretaciones de música clásica (Mozart, Antonio Vivaldi), lo cual le valió ser nombrado el violinista más veloz del mundo en 2008, sólo para dar el salto al heavy metal y pop (en Monterrey interpretó a “Coldplay”, “Prince” y hasta el tema de la popular cinta de Disney, “Frozen.” Pero, lo mismo llevaba o nos llevó, de la exaltación al lamento. Grafía continua, sueño de una noche donde se encierra y aúlla el lobo sin cesar, interpretó como siempre y de memoria, a Amadeus Mozart, a Vivaldi y claro, a Bach. No la luz ni la engañosa claridad de la mañana, no; en mi caso, prefiero la oscuridad del grafito, la línea negra, parda también, y la estela irregular de mis letras azuzadas por este tipo de música emparentada con la soledad del creador perpetuo.
Los motivos, vereda y caminos inaugurados por “Apocalyptica”, hoy son andados por otras agrupaciones los cuales han venido a mezclar y revolucionar eso llamado música clásica con pop y rock metal. Hay un par de ejecutantes en la red los cuales ignoro si han venido a México, “LoLa & Hauser”, piano y violonchelo. El mismo Garrett y en Europa, ha tocado con la pianista Valentina Babor, un manjar en todos los sentidos. “2 Cellos” vinieron a Monterrey en año pretérito a inaugurar el Festival Santa Lucía, fui a verlos y sí, me deslumbraron y tengo todos sus discos hoy. ¿Y Coahuila? Pues aquí nada o muy poco, aquí se está muriendo de abulia y estupidez, por algo los jóvenes se suicidan a puños. Nada o poco para ver, nada o poco para oír; nada para leer, nada para vivir…
LETRAS MINÚSCULAS
Escuche usted al maestro Claude Bolling (Jazz) y una gran orquesta en varios de sus discos donde explora entre el jazz y lo clásico. ¡Otra cosa!
¿Y Coahuila? Pues aquí nada o muy poco, aquí se está muriendo de abulia y estupidez, por algo los jóvenes se suicidan a puños. Nada o poco para ver, nada o poco para oír; nada para leer, nada para vivir…