Caminante
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Ha sembrado esperanza; ha sembrado futuro al frente de su cátedra en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Coahuila, durante casi cuarenta años de manera ininterrumpida y más de treinta generaciones en el aula.
El maestro Javier Villarreal Lozano, quien enseñó Prensa y Arte, en las materias de Seminarios y cada uno de los Géneros Periodísticos, así como Diseño de Revistas; en Historia Regional y Ética de la Comunicación, el viernes anterior recibió de su Facultad y Universidad un merecido reconocimiento a su carrera de docente.
En emotivo homenaje, en el auditorio de la propia Facultad, miembros de distintas generaciones describieron con palabras al maestro que insufló en cada uno de ellos el afán de superación y la pasión en el ejercicio de su profesión. Seis exalumnos, Pamela Martínez, Alonso Montenegro, Rebeca Rodríguez, Claudia Luna Fuentes, Alejandro Gómez Millán y David Brondo García, así como una compañera docente y directora, Zoyla Hernández Blanco, describieron emocionados distintas facetas de la vida del maestro.
El maestro en el aula. En su elegante sencillez, en la elección de la palabra precisa, en la búsqueda de caminos distintos al andado. Por ello, la pertinencia en la interpretación entrañable de uno de sus estudiantes, Carlos Emmanuel Delgado, “Cantares”, de Antonio Machado, uno de sus escritores de cabecera. Ahí en “Cantares” el poeta hace alusión al camino que “nunca se ha de volver a pisar”.
Y es que de esa madera está hecho el maestro Villarreal. Siempre con él, una frase que le ayuda a precaverse de ello: “El pasado es un buen lugar para ir de visita, pero no para quedarse a vivir ahí”.
Cuando se elige la profesión como maestro, se sabe que será para toda la vida. No se deja de enseñar nunca y esto es lo que ha ocurrido con él: ama enseñar. Un apasionado por la historia y enamorado de la belleza, contagió y contagia a sus alumnos de su inagotable apetito por el conocimiento. Encuentra en la lectura y la investigación las fuentes para entender el mundo que habita.
En esa búsqueda, asienta siempre: “Leer no debe hacer sentir a un hombre mejor que otro. La cultura es un bien que hace comprender el mundo que estamos pisando”.
Sus cursos de Periodismo, en la permanente búsqueda del dato exacto, de la palabra precisa, de la redacción objetiva y la pulcritud en el uso de cada palabra, con una ética a toda prueba.
Su periodista modelo: el polaco Ryszard Kapuscinski. De él, aquella máxima que asienta el hecho de lograr la empatía con el otro; entender cuáles son las necesidades, preocupaciones, intereses de todo aquel que se encuentra alrededor nuestro. Idea cruzada con otro de sus autores: Octavio Paz, con la idea de la “otredad”, de saber escuchar “la otra voz”.
Para el maestro Villarreal Lozano, la cátedra le hizo entrar en contacto con mundos diversos que le permitieron ampliar su propia visión. El aula lo recibía expectante y mientras el aroma del café flotaba en la atmósfera, arrancaba aquellas inolvidables sesiones en que describir él y descubrir nosotros, sus alumnos, los maravillosos y remotos universos que iban desde las Cuevas de Altamira, tendrían luego asiento en las civilizaciones de Egipto, Grecia y Roma. Inolvidables sus explicaciones sobre las imágenes de las deidades y las características de cada escultura: la fuerza de las manos del David; el supremo momento final en el Lacoonte; la estremecedora belleza del rostro de La Piedad; la efervescencia de las Catedrales barrocas y la línea clásica de los griegos.
La técnica del “manto mojado”; la falta de perspectiva en la Edad Media y los planos de los egipcios. Las plañideras y los escribas. En este, el antecedente de tan maravilloso arte de dejar por escrito, de registrar. Las blancas islas griegas y los viajes de sir Arthur Evans para descubrir el Palacio de Cnosos, en Creta.
Caminante, un andante al que asalta la sorpresa al toparse con ramo de bugambilias o un jardín poblado de rosas. Un andante que una idea la multiplica en cientos. Un caminante que sella con su sentido del humor una forma de vivir este mundo y lo disfruta, y aspira el aire a plenitud. Merecido homenaje al maestro Javier Villarreal Lozano.