Clinton - Trump: hoy, el primero de sus debates
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Probablemente el debate estará salpicado con fuertes ataques de uno y otro lado para evidenciar los puntos débiles del adversario
Hoy tendrá lugar el primero de tres debates que sostendrán los abanderados presidenciales estadounidenses con mayores posibilidades de llegar a la Casa Blanca: la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump. Y dado que las encuestas los muestran en un virtual empate técnico desde hace algunas semanas, el evento ha despertado el mayor interés.
Y no es para menos, pues la percepción que los candidatos produzcan en los electores puede hacer que los debates se conviertan en el elemento decisivo para inclinar la balanza hacia uno u otro lado.
Como se ha dicho ya en numerosas ocasiones, estamos presenciando una inusual campaña presidencial en los Estados Unidos. Se trata de una contienda a cuya recta final se ha colado de forma improbable un individuo a quien nadie le concedía credenciales de ningún tipo hace apenas unos meses debido a que, al menos a primera vista, había escogido el peor de los discursos posibles para concitar el apoyo de los electores.
Pero la contienda no es inusual solamente por este hecho. La consecuencia esperable de que la esquina republicana sea ocupada por alguien como Trump debería ser que su rival, una política profesional, le pasara por encima con enorme facilidad y eso está lejos de ser cierto.
De hecho, Hillary Clinton no solamente está enfrentando serias dificultades para despegarse de Trump en las preferencias electorales, sino que algunos sondeos indican que, contra todo pronóstico, un mayor número de estadounidenses considera que es ella, y no su rival, quien miente con mayor frecuencia a los votantes.
En este contexto, los debates, que ocupan un lugar relevante en la lucha por la representación política en los Estados Unidos, se ubican ahora como un elemento que puede ser determinante en la contienda que concluirá con la elección del sucesor de Barack Obama el próximo mes de noviembre.
Desde ahora puede adelantarse lo que se verá durante los aproximadamente 90 minutos que durará la confrontación de ideas: de un lado tendremos a la abanderada demócrata exponiendo ideas en el lenguaje y con la estructura clásicas de la política; del otro veremos al candidato republicano rebatir esas ideas con expresiones no tan elaboradas, pero capaces de comunicar con eficacia una idea que puede hacer ver a su emisor como alguien más deseable para conducir los destinos del vecino país. Todo ello muy probablemente estará salpicado con fuertes ataques de uno y otro lado que tendrán como propósito evidenciar los puntos débiles del adversario.
A menos, claro, que ambos contendientes hayan decidido sorprendernos y modificar la estrategia con la cual han venido haciendo campaña hasta ahora. Si alguno de ellos –o ambos– decidiera hacerlo, el debate no solamente será interesante por lo que en sí mismo pueda representar en términos de la percepción de los electores en las siguientes horas, sino porque estaría redefiniendo la recta final de esta contienda.