Con factura o sin factura

Esta semana se aprobaron en la Cámara de Diputados reformas que tipificarán la generación, compra, expedición y adquisición de facturas falsas como delincuencia organizada. Se pretende que la facturación falsa así como la defraudación fiscal sean consideradas como delitos de prisión preventiva oficiosa.

En otras palabras, con esta reforma los ilícitos contra el fisco serán considerados como amenazas de seguridad nacional y podrán ir a la cárcel los acusados antes del juicio de forma preventiva.

Pero analicemos un poco más despacio al tema. Se dice que del 2014 a junio del 2019 se evadieron 354 mil 512 millones de pesos, es decir el 1.4 por ciento del PIB (Producto Interno Bruto), suponiendo que todas esas facturas se dedujeron. Se dice que existen poco más de 8 mil empresas factureras que cada una realiza unas mil operaciones.

Si bien es cierto, que la cárcel solamente será para aquellos que tengan operaciones por más de 2 millones de pesos, la reforma no aclara en cuánto tiempo debe ser; por lo que, como ya lo comentaron las diferentes cámaras de comercio, se puede volver una cacería de brujas en la búsqueda de esas empresas fantasma o factureras.

Todos estamos de acuerdo que sí todos pagáramos impuestos le iría mejor al País. Es decir, habría más recursos para infraestructura en las escuelas, carreteras, pavimentación, drenaje, luminarias, entre otras cosas. Sin embargo, ¿cuál es la mejor manera de aumentar la recaudación?

Cuando algún extranjero viene a México, sobre todo canadienses, estadounidenses o europeos (alemanes, ingleses o franceses), una de las cosas que les parece más extraña cuando van a pagar una cuenta es la pregunta: ¿necesita factura? Para nosotros, como mexicano ya es una cosa sumamente normal. En las grandes economías del siglo 21 no existen las facturas, puesto todos los gastos son deducibles y al mismo tiempo, todo tiene impuestos. ¿Cómo es esto? No importa qué compres, ni dónde lo compres, ya tiene impuestos, por lo cual es hasta tonto pedir un recibo para comprobar o deducir ese gasto.

Pero, ¿qué son las facturas?

Las facturas se pueden entender como recibo fiscal que tiene impuestos (dependiendo cuál sea el producto o el servicio es el porcentaje que tiene de impuestos y su denominación), si no se pide la factura, pues simplemente no se puede deducir el pago de ese impuesto o justificar el gasto. Entonces, si no hay factura, básicamente para el SAT no hubo transacción. Ejemplo: unos tacos en la calle, un café en una tienda de conveniencia, compra de abarrotes en una tienda dentro de una colonia, entre otros.

Estoy totalmente de acuerdo que hay que ponerle un castigo severo a aquellos que evaden impuestos y aumenta la recaudación fiscal. Es un tema pendiente en México desde hace décadas. Sin embargo, el cómo hacerlo es el reto. Incentivar la recaudación fiscal tiene que ver también con darle mayores oportunidades al contribuyente de crecer económicamente, no solamente quitarle más dinero.

La reforma aprobada esta semana, implementada desde un juego de poder político, puede ser muy peligrosa para nuestra democracia y además no sé hasta qué punto realmente aumente la recaudación fiscal. No sería más sencillo que las facturas dejarán de existir y simplemente todo tuviera impuestos (más pequeños) y así aumentará la recaudación fiscal.

Los retos complejos que tiene el país, necesitan pensamientos fuera de la caja, creativos que permitan incluir a la mayor cantidad de personas e incentivarlos a cambiar lo que hoy ya son hábitos. Hagamos una reflexión la próxima vez que nos pregunten si queremos factura o no.

@garciacecy_

ceci.garcia@dcamexico.org