Coronavirus: Apocalipsis COVID-19 II
Los datos duros no parecen dejar lugar a dudas: en menos de tres semanas México podría encontrarse en la misma situación que hoy padece España, con decenas de miles de casos confirmados y casi 1 mil 100 muertos. Porque el comportamiento de la pandemia aquí es idéntico al que registraba allá hace 17 días
Cuando me senté a escribir la entrega anterior de esta columna -hace exactamente una semana, el 13 de marzo- había 145 mil 483 casos confirmados de COVID-19 en el mundo. Al momento de enviar este texto a impresión la cifra se había elevado por encima de los 276 mil. Un crecimiento de 90 por ciento.
Hace una semana, la pandemia de coronavirus había cobrado poco menos de 5 mil víctimas en el planeta. La última cifra verificada anoche colocaba este número por encima de los 11 mil 400. Más del doble de personas muertas en sólo 7 días.
Cuando escribí el texto anterior, en México había 26 casos confirmados de coronavirus. La cifra oficial informada ayer fue de 203. La incidencia se multiplicó casi por 10 en nuestro país. Hace una semana no había ninguna víctima fatal mexicana. Hoy tenemos dos.
Veamos ahora una comparación para tratar de entender cómo puede evolucionar el fenómeno en México. Un buen ejemplo para hacer el ejercicio es el caso de España:
El 4 de marzo pasado, es decir, hace apenas 17 días -dos semanas y media-, España tenía 228 casos confirmados; casi el mismo número reportado ayer en México. El día anterior a ese -3 de marzo- en España había 165 casos; en México había 164 hace dos días.
Y si seguimos retrocediendo en el tiempo, el número de casos confirmados en nuestro país tiene un comportamiento básicamente idéntico al registrado en España durante los 10 días previos al 4 de marzo.
No se trata de lógica ni de fe: se trata de estadística vinculada al análisis de un fenómeno biológico. Es el mismo virus, somos seres humanos aquí y allá, el comportamiento, según los números, es esencialmente el mismo.
Por ello la conclusión es razonable: en menos de tres semanas podemos estar en la misma situación en la cual se encuentra España en este momento. ¿Cuál es ésta? Con la última cifra verificada anoche: 21 mil 571 casos confirmados y 1 mil 93 víctimas fatales.
¿Cómo vamos a pasar en tan poco tiempo a un escenario de catástrofe como éste? De la misma forma como pasó España, pues el día 4 de marzo, es decir, hace apenas 17 días, había solo dos víctimas fatales. ¡En dos semanas y media pasó de 2 a casi 1 mil 100 muertos! Y todos los epidemiólogos a los cuales he escuchado analizar el caso español coinciden: el pico de la curva está lejos aún de ser alcanzado.
Esos son los datos duros.
Por eso resulta inconcebible la postura adoptada por el Gobierno Federal de nuestro país. Sobre todo, es inaceptable la actitud del presidente López Obrador al salir, en su homilía mañanera, a mostrar sus amuletos y decir estupideces monumentales del tipo: “el escudo protector es la honestidad”.
No se trata, como lo he sostenido en mis colaboraciones anteriores, de caer en pánico y comenzar a tomar decisiones irracionales. Nadie sensato puede pedirle al Presidente -de cualquier país- alarmar de forma irresponsable a la población, porque eso no sirve de nada.
Pero sí podemos -y debemos- exigirle a nuestro gobierno una respuesta racional ante la amenaza. Decenas de miles de casos serán confirmados en los próximos días; cientos -acaso algunos miles- de esas personas van a desarrollar síntomas graves; decenas -probablemente miles- morirán.
Todos los científicos serios, todas las autoridades serias del planeta lo han dicho con absoluta claridad: la única forma de lidiar con la pandemia, en este momento, es limitar el contacto social. Y para hacer eso es indispensable reducir la movilidad de las personas.
Hemos visto, en los últimos días, sucederse los discursos de líderes políticos anunciando planes de contingencia -acompañados de la inyección de miles de millones de dólares- para atender las necesidades inmediatas de sus compatriotas a quienes les piden una sola cosa: permanecer en casa.
El gobernador de California, Gavin Newsom, anunció hace dos días el “toque de queda” para los 40 millones de habitantes de dicha entidad norteamericana. Hasta ayer solo se registraban 1 mil 247 casos confirmados de coronavirus y la pandemia había cobrado 24 víctimas, pero Newson decidió no esperar hasta ser obligado por los hechos para tomar esta difícil decisión.
De espaldas a la realidad, refractario a la razón y exhibiendo una incompetencia rayana en lo criminal, Andrés Manuel López Obrador pretende infundirnos tranquilidad y confianza enseñándonos su trébol de seis hojas y difundiendo un video capturado mientras firma los certificados de los primeros egresados del programa “Jóvenes construyendo el futuro”. (Por cierto: usar el tiempo del Presidente en firmar certificados es uno de los ejemplos más brutales de la incompetencia de este gobierno).
La sociedad -la parte de ella con posibilidades para hacerlo- se ha adelantado y adoptado medidas para protegerse y proteger a los demás. Pero la inmensa mayoría de los mexicanos, particularmente aquellos por quienes más dice preocuparse el Presidente, se encuentran abandonados a su suerte.
¡Feliz fin de semana!
@sibaja3
carredondo@vanguardia.com.mx