CORTESÍAS ENGENDRAN CORTESÍAS
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El Quijote II, 61
El bandido catalán Roque Guinart, personaje rigurosamente histórico contemporáneo de Cervantes cuyo verdadero nombre fue Pedro Rochaquinarda, en la novela traba amistad con don Quijote y Sancho Panza cuando éstos se dirigen a Barcelona.
El bandolero y el grupo de maleantes que él capitaneaba por razones de su oficio, escribe Cervantes, estaban acostumbrados a llevar un cierto “modo de vida: aquí amanecían, acullá comían; unas veces huían sin saber de quién, y otras esperaban, sin saber a quién. Dormían en pie, interrumpiendo el sueño, mudándose de un lugar a otro”.
Guinart y seis de sus escuderos acompañaron a don Quijote y Sancho hasta Barcelona, a cuya playa llegaron “la víspera de San Juan”, donde caballero y escudero “vieron el mar, hasta entonces de ellos no visto; parecioles espaciosísimo y largo”.
Don Quijote y Sancho fueron muy bien recibidos en Barcelona por los seguidores del bandolero Guinart. A nombre de todos, uno de ellos prodigó encendidos elogios al caballero manchego. Habló después don Quijote y dijo: “Si CORTESÍAS ENGENDRAN CORTESÍAS, la vuestra señor caballero es hija o pariente muy cercana de las del gran Roque”.
Al pronunciar este refrán, “cortesías engendran cortesías”, don Quijote quiere decir a quien habló tan bien de él y en general a los que tan magnífica recepción le dieron han procedido de manera amistosa y cortés por ser precisamente seguidores de Guinart, que es igualmente amistoso y cortés. Y era un bandido.