Cuando llueve en Torreón o en Saltillo
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A Lorenzo Cárdenas, In Memoriam
“Después de la tempestad, no viene la calma”.
Anónimo
Octavio Paz escribió: “El agua horada la piedra”. No se equivocó. Cuando llueve se desmorona la podredumbre de una sociedad petrificada. Cuando llueve, tropezamos con baches lunares, pavimento destrozado, banquetas estropeadas, alcantarillas borboteantes y zanjas abismales. Cuando llueve, vemos que las calles se tragan sin eructar, a personas, bicicletas y automóviles.
Cuando llueve, miramos (de nuevo) a los pobres inundados, abrazando sus mínimas pertenencias en colonias populares o zonas de riesgo. Cuando llueve, observamos, carcajeantes (de nuevo), a desarrolladores inmobiliarios y funcionarios públicos municipales que, coludidos, permitieron la construcción de calles, casas, avenidas o edificios en contra natura o del Plan Municipal de Desarrollo Urbano (si existiera).
Cuando llueve, se desmoronan los cimientos de la corrupción sobre la cual está construida nuestra ciudad, y por ende, nuestra vida cotidiana.
Porque “el agua al andar murmura”, escuchamos de los funcionarios públicos toda suerte de justificaciones técnicas y reparto de culpas para “explicar” lo obvio.
También, oímos a las cámaras empresariales fortalecer esa “explicación” hasta el ridículo. Cómo si funcionarios y empresarios, intentarán desaparecer el torrente purificador del agua, cerrando sus ojitos y levantando su dedo meñique derecho.
Pero “el agua escapa (porque) es viento” y los desnuda sin misericordia para ponerlos a chapotear encuerados en un estanque de “lluvia atípica”.
Cuando llueve, el agua mete en crisis al poder político. Pone en predicamento a los presidentes municipales que buscan ser gobernadores. Porque ellos saben lo que se juegan. Un error de un subordinado puede costarles la Gubernatura: Por ineptitud y/o corrupción.
Ellos temen la pregunta de la sociedad civil que con impermeable, paraguas y botas de plástico azorada mira: “¿Cómo creer que pueden ser gobernadores, si a la primer lluvia se atarantan, no asumen el liderazgo y no toman las decisiones que resuelvan de raíz lo sucedido, caiga quien caiga?”.
Por eso, cuando llueve en Torreón o en Saltillo, busco y busco, y encuentro todo, en el rostro del agua. ¿O, dónde más?