Cuando los artistas se apropian del agua
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El agua agua ha estado presente en todo el arte, pero el contemporáneo ha permitido usarla como materia en piezas de formas inusuales que, en otras circunstancias, sólo se quedarían en el pensamiento.
En el día mundial del agua, es adecuado que las piezas artísticas que han usado este fundamental elemento, en especial si resultó el protagonista, sean recordadas. Y aquí en Vanguardia te traemos algunos de los más interesantes ejemplos.
El artista francés Céleste Boursier-Mougenot, quien representó a su país en la Bienal de Venecia del 2015 suele trabajar con el sonido y la música y sus creaciones más que nada son experiencias auditivas. Como artista que es, esto no lo limita creativamente y en dos ocasiones ha utilizado el agua como materia y concepto.
La primera en 2013 con su pieza “Clinamen” que fue a la vez concierto, decoración, contemplación y concepto. La instalación acuatico-acústica fue exhibida en la National Gallery of Victoria, en Melbourne, Australia y constaba de una pequeña piscina de agua tibia en un constante y ligero movimiento, lo que permitía que las vasijas de cerámica de distintos tamaños que en ella flotaban chocaran entre sí y crearan el ambiente sonoro que Boursier-Mougenot suele desarrollar en sus piezas.
El resultado de esto es un efecto calmante, relajante, donde el arte y la naturaleza son puestos en un punto de confrontación y diálogo que crea una nueva forma de arte y de música. La pieza es visual y auditivamente atractiva y su fuerza radica en la experiencia estética que el espectador recibe gracias a ella.
Después, durante el verano de 2015, el Palais de Tokyo, en Paris, fue inundado por Céleste para su exposición AQUAALTA, donde buscaba recrear este fenómeno veneciano donde la creciente inunda gran parte de las calles de la ciudad italiana y se preguntaba lo que sucedería de ocurrir en otros lugares.
El recorrido por el museo se realizaba en aquellos momentos en pequeñas canoas y góndolas, que el público dirigía a través de las salas, intencionalmente oscurecidas para maximizar la experiencia, en algunas de las cuales había proyecciones inquietantes y pequeños islotes plásticos que servían de muelles temporales.
Por su parte, los mexicanos Tania Candiani y Luis Felipe Ortega presentaron para el pabellón mexicano en la Bienal de Venecia de 2015 una obra en conjunto que comparaba la situación hidrográfica de la sede del evento artístico con la de su natal Ciudad de México.
La pieza “Possessing Nature” es una instalación monumental “site-specific” (que fue creada para presentarse en un sólo lugar) que recrea la historia del pabellón desde su fundación en 2007 con un recorrido dirigido por una linea hidráulica que lleva un flujo de agua extraído del Arsenal de Venecia, el hogar actual del sitio de exhibiciones mexicanas y donde fue presentada la obra, que es depositado en una pileta. En esta, imágenes de ambas ciudades fueron proyectadas.
La idea detrás de esto radica en la diferente manera en que ambas ciudades utilizaron el agua a su alrededor. Mientras que Venecia fue construida sobre la laguna y adaptó su arquitectura al mar, los colonizadores españoles, explotando el recurso tecnológico de la chinampa y futuras técnicas secaron el lago donde la capital del imperio azteca alguna vez se alzó. No es una queja, pero sí una mirada crítica a estas diferentes aproximaciones, explicaron sus autores en su momento.
Durante esta misma Bienal, Vik Muniz presentó un “barquito de papel”, que ni era pequeño ni de papel. La construcción de diez metros de largo llamada “Lampedusa” se mantuvo a flote durante la duración del evento, paseandose entre los canales y llevando a uno que otro pasajero. El nombre y la decoración exterior, impresiones de las primeras planas de la noticia, hacen memoria al accidente sucedido en octubre de 2013.
Este cobró la vida de cerca de 950 migrantes de áfrica, cuyo bote se hundió cerca de las costas de la isla italiana de Lampedusa. El artista brasileño buscó con la pieza hacer un llamado de atención a esta crisis migratoria global que vivimos.
Mientras tanto, unos cientos de kilómetros al oeste de Venecia, el mismo año, en la antigua ciudad de San Gimignano, en un viejo cine, el artista indo-inglés Anish Kapoor realizó su dramática pieza “Descension”. Colocada en un hueco en el suelo del cinema, un vórtice perpetuo de agua oscura giró durante varios meses, que se puso a jugar, analizar y enfrentar con el miedo humano al vacío, a la nada y la infinita oscuridad. Conceptos difíciles de aceptar por el hombre común.