Cuando los retos y el orgullo se vuelven calamidades
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Hay muchos mexicanos que ya cerramos el sexenio morenista en nuestros cerebros. Las contradicciones del gobierno de la 4T -por decir lo menos- son la historia de un intento fallido de transformación atribuible más a causas intestinas del grupo en el poder, que a las promovidas -según el inquilino del Palacio Nacional- por sus adversarios.
Les platico: Más que instigadores de la desestabilización, existe una fractura entre lo que se desea y lo que se hace.
Personalmente me resulta difícil de creer que MALO quiera el mal de México. Pero creo que los retos convertidos hoy en adversidades, lo rebasaron.
Nadie contaba -ni él- con que los retos transformadores se volvieran auténticas calamidades. Lo son, porque el caldo en el que se ha cultivado un virus más letal que el ECOVID-19 -la inseguridad y la desaseada conducción económica- tienen a México en el umbral de un escenario que no se ha visto de la revolución.
No se tiene que ser un Premio Nóbel de Economía para saber que nuestro país será de los primeros en la fila en resentir los efectos de una depresión como la que vivió el mundo en los años 20.
Tengo meses escribiendo en mis artículos que no viene una recesión, sino una depresión económica que ésta generación no vivió.
Por más que intento encontrar un desmentido para ello en los expertos economistas a quienes consulto todos los días, no lo consigo.
Los serios, los acreditados, los reconocidos no solo en México sino en otros países, advierten eso y lo mismo hacen las casas calificadoras de deuda que fincan su prestigio en más de medio siglo.
Los sustentos científicos en ese tema, son “atacados” por el gobierno con verborrea ideológica populista que está anclada en un propósito netamente electorero.
Los planes de apoyo a los micro y pequeños empresarios mediante un millón de créditos “a la palabra” y sin garantía alguna -de $25,000 pesos cada uno- al destinarse a los “informales” van a provocar una competencia desleal en contra de los “formales” que también recibirán esa misma lana, pero que a diferencia de los primeros, sí pagan impuestos, rentas, servicio y tienen a su personal en el IMSS.
Es una mala pitcheada -hablando en los términos beisboleros que tanto gustan al presidente- porque va a premiar a esos traidores a la Patria a los que se refiere en sus mañaneras, que no pagan impuestos.
El domingo que todos esperábamos un plan de recuperación económica, nos salió con una propuesta de armario, chifonier o ropero, de esos que tenían en sus casas nuestras abuelas.
Investido -según él- de quién sabe qué rango, está llevándole la contra a las acciones emprendidas por quienes gobiernan a las naciones más desarrolladas del mundo, relativas al virus de este siglo y del anterior también.
Con su arma mística ideológica al hombro, y sus camaradas o compañeros -como le llama Fernández Noroña- a la izquierda, nos advierte que nadie lo va a convencer para usar las líneas de crédito que el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y numerosas instituciones internacionales, le ofrecen para reactivar la economía nacional.
Está terco en no hacerlo porque dice que no quiere endeudar a México, pero no se da cuenta de que esos pobres a los que tanto menciona en sus discursos, van a ser los más jodidos si la economía sigue en caída libre y registra un decremento de hasta el 10% en los próximos meses, como vaticinan los que realmente le saben al tema.
El absurdo que comete la 4T en solo ese renglón, puede ejemplificarse con el caso de una familia que no quiere pedir crédito -ni siquiera el de las tarjetas- para financiar sus gastos.
Todo lo pagan al contado, consecuentemente, no le deben a nadie y como producto de ello, ninguno de esa familia está en el buró de crédito.
Tienen buenas referencias comerciales porque incluso cuando debieron, pagaron puntualmente. Además, son dueños de la casa donde viven y del carro en que se mueven. Esto es, tienen garantías.
Un día, el papá deja de recibir ingresos porque jala como independiente. La mamá que es empleada de una fábrica, fue ayudada por su patrón para quedarse en casa, pero la empresa tuvo que cerrar porque el gobierno no quiso prorrogarles el pago de impuestos.
Ella tampoco lleva lana a la casa y ninguno de los hijos chambea porque están chiquitos.
Entonces, empiezan a vivir de sus ahorros pero como la emergencia sanitaria brincó al segundo mes, batallan ya hasta para comprar comida.
Deben la renta de dos meses y los recibos de luz, agua y gas siguen llegando implacablemente porque el gobierno no ha obligado a los prestadores de esos servicios a dar una tregua.
Debido a todo esto, su calidad de vida se deteriora gravemente y cuando el dueño de la tienda de la esquina les ofrece crédito para que se abastezcan de víveres, los orgullosos papás le dicen al tendero que ni madres, porque no quieren endeudarse.
Lo mismo hacen con el gerente del banco donde tienen sus cuentas y que debido a su impecable buró de crédito, les ofrece uno a tasas bien razonables y tarjetas para que paguen hasta dentro de cuatro meses.
Pero los papás son tercos diamadre y les dicen que no. Así, hasta que ya no tienen ni para comer; les cortan la luz, el agua y el gas y para acabarla de amolar, son requeridos por el SAT porque no presentaron su declaración anual 2020.
Por si fuera poco, hablaron a la Universidad Metropolitana de Monterrey -la de Poncho Romo- para pedir un descuento en el pago de las colegiaturas de sus dos hijos que estudian ahí y les ofrecieron pagar un 9% menos.
Muy dignos ellos, pero por socarrones y no ver más allá de sus narices, se los va a cargar el rancho que López Obrador tiene en Tabasco.
CAJÓN DE SASTRE
“Para los de éste caso, para el gobierno de la 4T y para millones de mexicanos, las ideas y las acciones que antes eran imposibles, se están volviendo indispensables”, advierte la irreverente de mi Gaby… y me deja pensando en un montón de cosas que quizá tengamos que hacer para salir de ésta.