Cuatro sueños para Amazonia
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El amarillismo mediático enfocó, en los temas del sínodo, sólo aspectos presentados como impresionantes.
El Sínodo de Amazonía lo presenta Francisco, el Papa, obispo de Roma, en su exhortación apostólica a la que tituló: “Querida Amazonia”. La Amazonia es esa totalidad plurinacional interconectada. Se ve como un gran bioma. Un bioma es cada unidad ecológica en que se divide la biosfera, atendiendo a un conjunto de factores climáticos y geológicos que determinan el tipo de vegetación y fauna. El bioma amazónico está compartido por los nueve países: Brasil, Bolivia, Ecuador, Guyana, Perú, Surinam, Venezuela y Guyana Francesa.
Ese título, sin embargo, no es restrictivo. La exhortación está dirigida a todos los pueblos del mundo para que reconozcan a esa región como un “misterio sagrado” y que la admiren como un patrimonio de la humanidad. Su mirada de pastor recoge también las conclusiones del Sínodo que tuvo lugar en Roma entre el 6 y el 27 de octubre y que concluyó con un texto titulado “Amazonia: nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral”.
Sin intención de repetición o remplazo, el pontífice sólo intenta presentar su síntesis de preocupaciones que ayuden a una armoniosa, creativa y fructífera recepción de todo lo reflexionado en el camino sinodal. Y va enumerando cuatro sueños para Amazonia.
“Sueño con una Amazonia que luche por los derechos de los más pobres, de los pueblos originarios, de los últimos, donde su voz sea escuchada y su dignidad sea promovida.
“Sueño con una Amazonia que preserve esa riqueza cultural que la destaca, donde brilla de modos tan diversos la belleza humana.
“Sueño con una Amazonia que custodie celosamente la abrumadora hermosura natural que la engalana, la vida desbordante que llena sus ríos y sus selvas.
“Sueño con comunidades cristianas capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos”.
Un sueño social, un sueño cultural, un sueño ecológico y un sueño eclesial.
Se va acercando después Francisco a descubrir lo trágico, lo doloroso, lo inhumano, lo injusto, lo insoportable y lo criminal. Pone su mirada en los pueblos originarios y todo lo que han padecido por la falta de respeto a su dignidad, de parte de una minoría dominante y cruel. Sólo los misioneros escucharon los clamores y curaron las heridas de los nativos. Pide perdón el Papa por todos los colaboracionismos de algunos religiosos con los opresores y por los atroces crímenes cometidos durante el tiempo que se llamó de “conquista”.
El éxodo del campo a la ciudad es actualmente una situación que requiere atención y educación y elevación humana para todos los que dejaron sus tierras. No oculta la pésima actitud de miembros de la Iglesia al recibir donaciones por no denunciar los abusos. Sólo el diálogo social podrá abrir horizontes de esperanza para todos.
Así, la exhortación va señalando en el sueño cultural la pretendida colonización cultural que ha obstaculizado la manifestación de lo vernáculo. Se ha descuidado la mejor educación que es cultivar sin desarraigar, hacer crecer sin debilitar la identidad y promover sin invadir. Se requiere un verdadero encuentro intercultural para que florezcan las culturas amenazadas.
El sueño ecológico es el de respeto a la humanidad y a la naturaleza según el plan del Creador, cesando los maltratos y el exterminio. El sueño eclesial es que se proclame el kerigma y se viva el amor fraterno como lo hicieron los grandes evangelizadores de América Latina...