De la Broncomanía a la Bronconeumonía

En cinco meses, la “broncomanía” pasó a ser “bronconeumonía”. Los clavos amartillados al furor independentista fueron varios. No cumplir promesas de campaña: Cobrar la tenencia. Continuar con la construcción del Acueducto VI. No aceptar la revocación de mandato. Y la más importante, no “limpiar la basura de la casa heredada por Rodrigo Medina”. 

Su equipo cercano está resentido: En menos de seis meses, nueve funcionarios de alto nivel, han renunciado. Hoy, descubrimos que Roberto Flores, amigo personal del Bronco, y Procurador General de Justicia, fue fichado en Nevada, Estados Unidos, por girar tres cheques sin fondos a un casino en Las Vegas en 1996, 2006 y 2011. 

Como si faltaran clavos en el ataúd, la crisis ocurrida en el Penal de Topochico, que dejó 49 muertos y 12 heridos, fue producida por una ausencia de previsión estratégica ante el excedente de 7.58 por ciento que guardaba el penal por encima de su capacidad, sin dejar de lado los altos niveles de corrupción y de autogobierno existentes a su interior. 
Mientras esto sucede, Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco”, cabildea por el País, su candidatura a la Presidencia de la República en 2018.

Lo peor: Su ejemplo prendió en la seca pradera de militantes partidistas que no fueron considerados por sus partidos para contender por un puesto de elección popular. Y, por ello, asumieron el sacrificio lacerante de la bandera “independendista”.

Por Quintana Roo va el expriísta Jorge Polaco Zapata. En Veracruz, los expanistas Gerardo Buganza y Juan Bueno, acompañan al experredista Elías Miguel Moreno. Por Sinaloa van el expriísta Francisco Frías y el expanista Manuel Clouthier. En Tlaxcala el expanista Jorge Moreno. Y el expriísta Gabriel Arellano  por Aguascalientes.

¿Son políticos resentidos u oportunistas? Lo sustantivo es que ellos comparten el ADN de la misma cultura política que engendró al Bronco. Entonces, ¿cómo imaginar que conducirán una transformación democrática en sus estados? O, qué, ciudadanizarán el poder. 

Las candidaturas independientes tienen una limitante, el código genético de la cultura política partidista de sus candidatos, mismos que, de llegar a la Gubernatura, harán que los habitantes de sus estados padezcan, como Nuevo León, de una Bronconeumonía del carajo.