Desemboca a la Plaza de Armas y sus palomas, la calle de Ocampo 3/3
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El gobernador Mejía dispuso que se utilizaran mil 915 pesos, cuatro reales y un gramo, que se tenían como fondos, para la construcción de una plaza de toros
En el último tramo de la calle Ocampo, lado sur, está la Plaza de Armas, conocida en otras épocas como Plaza Independencia.
Por su costado norte estuvieron los famosos portales, construidos tardíamente en 1842 para conmemorar la independencia de nuestro país. El entonces gobernador interino, general Francisco Mejía, solicitó a los vecinos –Lorenzo Yarto, Guadalupe Camporredondo de Carrillo, don Antonio Aguirre y al curador, médico no recibido, Mariano Camporredondo– la cooperación de 500 pesos para el inicio de la obra.
El gobernador Mejía dispuso que se utilizaran mil 915 pesos, cuatro reales y un gramo, que se tenían como fondos, para la construcción de una plaza de toros.
LLENA DE HISTORIA
Bajo esta arcada funcionó, por más de cincuenta la farmacia San Luis, propiedad del norteamericano Juan Carothers oriundo de Cumberland, Pennsylvania, quien, desde 1880 atendió y despachó el negocio.
A la muerte de Mr. Carothers, su viuda, la señora Juana González Pepi, continuó con la farmacia hasta la década de los treinta del siglo pasado, establecimiento donde los saltillenses acostumbraban adquirir perfumes y jabones importados y se volvió un referente de la ciudad.
Actualmente como hace muchos años, gente de todas las edades, en compañía de cientos de palomas, suelen sentarse en las bancas de hierro de la Plaza de Armas, tan solo para escuchar las campanadas de la Capilla de Santo Cristo y ver pasar el tiempo.