Dichos para ser dichos
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Ahí va un florilegio de refranes, dichos y dicharachos que últimamente he recogido no sólo por doquier sino también por
otras partes.
- Ahora con tambora, porque con violín se atora.
Se dice por burla del que hace una cosa con torpeza, y que por eso cambia el modo de hacerla.
- Arriero que vende mula, o tira coz o recula.
Si la vende es porque tiene algo malo.
- Cada día, asegurada, harás una pendejada. El día que no hagas dos debes dar gracias a Dios.
Esta coplilla no necesita comentario.
- De febrero y la mujer todo se debe temer.
Quiere decir que en febrero el tiempo cambia casi tanto como la caprichosa voluntad que los misóginos -y algunos que no lo son- achacan a las mujeres.
- Al pan pan y al vino vino, y los suegros por su camino.
Enseña que los suegros no deben intervenir en la vida de sus hijos casados, a no ser para ayudarlos si ellos lo piden. Dicho de otra manera: los suegros deben tener la bolsa abierta y el pico cerrado.
- De la cintura p’arriba todos podemos ser santos.
Lo difícil es no faltar a los dos mandamientos que tienen que ver con la carne. (No la de comer).
- Ora sí se vende pulque, ya apareció la medida.
Quien esto escribe oyó ese dicho con notable desagrado, pues estaba cantando y tocando la guitarra en fogata de rancho, y después de él otro cantó y tocó mejor, pues era más bien entonado y tañía con mayor destreza el instrumento. A las primeras notas uno de los
presentes incurrió en el delito de comparación –“Cuando a dos se les compara uno de los dos repara”–, y manifestó su entusiasmo gritando aquello aquello de:
“¡Ora sí se vende pulque, ya apareció la medida!”.
- El que canea no calvea.
Con ese otro dicho se consoló el escribidor, pues si las nieves del tiempo platearon su sien el proverbio le da esperanza de que por su canicie no sufrirá calvicie.