¿A dónde se irá el voto útil?
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Ricardo Anaya cometió un grave error al publicitar su intención de buscar un acuerdo con Peña Nieto, pues contradice su posición crítica hacia el PRI. Esos acuerdos, cuando los ha habido (en elecciones previas), se mantuvieron por debajo de la mesa por obvias razones. Anaya tuvo que aclarar (a rectificar, en realidad) que sólo apelaba al voto útil de las bases priistas, sin acuerdo cupular de por medio. Por su parte, desde hace meses López Obrador también convoca el voto útil de prianistas de buena fe que quieran cambiar (como muchos ya lo han hecho). Pero ya encarrerado, los quiere convencer que de una vez voten también por Morena en las demás pistas, para así facilitar su misión regeneradora del País (“Quien no vote por Morena, es cómplice de la corrupción”, aclaró).
El voto útil es el que no se concede al candidato del partido propio –bien por no tener éste posibilidades de triunfo o por no coincidir con él– sino que se emite por un candidato de otro partido (el menos peor). ¿Cómo puede medirse? Contrastando los votos para diputado (o senadores) por un partido, frente a los recibidos por su candidato presidencial. Si el candidato “A” obtiene 5 millones de votos pero su partido recibió 3 millones para diputados, es que obtuvo 2 millones de votos útiles provenientes de otros partidos. De cualquier manera, el voto leal (que vota por el candidato de su partido aunque no pueda ganar) suele superar con mucho al voto útil. En 2000, el voto útil fue de 5 por ciento del total, en tanto que en 2006 fue del 10 por ciento, y en 2012 de nuevo 5 por ciento.
En esta elección, si suponemos que Meade quedará en tercer sitio, la pregunta es si habrá un voto útil de los priistas, "ecologistas" y panalistas, y a quién favorecería más; a Anaya o AMLO. Hay elementos para pensar que mayoritariamente lo harían a favor de López Obrador. ¿Por qué? Cuando en 2006 el candidato priista, Roberto Madrazo, cayó al tercer sitio hubo más de 4.4 millones de votos útiles, tanto del PRI (2.3 millones), del Panal (1.5) y 600 mil de las casillas especiales (sólo para presidente). De esos votos útiles, Felipe Calderón recibió 1.2 millones, equivalente al 30 por ciento del voto útil. López Obrador recibió algo menos de 3 millones de ese voto útil (65 por ciento), y el resto fue para Patricia Mercado (5 por ciento).
De lo anterior cabe destacar dos puntos. A) Pese al acuerdo cupular del PRI y el Panal con Calderón (vía la maestra Gordillo), la mayoría de las bases de esos partidos hacen lo que quieren con su voto, por lo cual los acuerdo cupulares no siempre obtienen su propósito; B) Que la mayoría de priistas y panalistas que emitieron un voto útil hayan optado por López Obrador, se debe probablemente a que hay mayor identificación del priismo tradicional y de los maestros con el ideario de AMLO (pues vienen de la misma matriz ideológica), mucho más que con el PAN. ¿Cabría esperar algo parecido en esta elección? Así parece.
Hoy por hoy, la más reciente encuesta de Reforma nos ofrece una pista: AMLO recibiría 6 por ciento más de votación que los partidos de su coalición para diputados (entre 4 y 5 millones de votos, según el nivel de participación), ese sería el voto útil que recibiría AMLO de partidos rivales.
En cambio, Anaya recibiría 3 por ciento de votos menos que los partidos del Frente en diputados (algunos panistas votarían por Zavala y otros del PRD y MC lo harían por AMLO). Y Meade recibiría 4 por ciento menos que su coalición en la pista de diputados. ¿A dónde se va ese voto perdido por Meade y Anaya? A AMLO esencialmente. La encuesta de Parametría arroja números semejantes.
Por ahora, Anaya no cuenta con el voto útil de ningún partido, y ni siquiera de todo el voto leal de los que configuran su coalición. Así no puede ganar. Y el voto útil proveniente del PRI, de crecer como se espera, probablemente se iría en su mayoría con AMLO, como ocurrió en 2006. Así las cosas.