Dormir en el suelo
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Escenario 1
Un frío azul. El saco para dormir sobre la duna. Cristales de la arena entre los dientes. La vastedad del collar de estrellas y la costilla de la vía láctea frente a ellos. La hoguera hecha con un tronco tan grueso que, en el abrazo de las llamas, revela venas de oro rojo en emergencia desde ese adentro que es su corazón de magma vegetal. Tendida en la oquedad, el mundo le dio por superficie la arena. Arriba el collar de estrellas cae también sobre las manadas de coyotes, que, con sus aullidos cada vez más cercanos, les dejan saber, el deseo de tres grupos que intentan llegar. Amanecer de pieles verdes, huellas de coyotes alrededor del fuego y del auto.
Escenario 2
El mismo saco entró de nuevo al auto. Viajó en otra dirección, justo al norte. Ahora lo despliega en el suelo de un hospital público. Piso blanco, brillante y clorado sobre el que dejo caer cristales de arena. Yace al lado de ella quien se prepara para zurcir su cuerpo de nuevo, ¿más de 14, más de 15 veces lo ha hecho? ya perdió la cuenta. Entra y salge de ese capullo para ver, para resolver, para mirar, para abrazarla mientras hilos ya translúcidos, ya plenos de sangre, entran y salen del cuerpo materno. Encuentra igual de hermosa esta superficie del mundo. Está a su lado. La luz del cielo se encuentra en el suelo, justo debajo de la cama metálica. Desde allí, un sol artificial ordena el silencio de la habitación que deja entrar, muy al fondo, el llanto de un recién nacido.
Escenario 3
A las dos de la tarde, en un valle del bosque, ella se tiende a dormir. Dejó el saco de dormir en la cabaña. Hay una temperatura que ha vuelto cristal el rocío sobre troncos y pastos en las partes altas de las elevaciones orográficas. Tiene por arrullo el sonido del viento entre los árboles. Se pierde en el ensueño tres veces, las mismas que el viento helado despierta su nariz para decirle que el sol avanza más abajo, así que se mueve con el sol, para recibir su suave abrazo a manera de cobija. Y antes de volver a perderse en el sueño, mira otros cuerpos adormilados que acaban de llegar: cerca, vacas y toros han elegido la misma cama. Allá va de nuevo. Abandona su cuerpo junto a los aromas de raíces, estiércol, agujas de pino y tierra.
claudiadesierto@gmail.com