El costo de la no participación ciudadana
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Vivimos en una época de constante movimiento social. Todos los días nos enteramos que hay o hubo alguna manifestación en México o en alguna parte del mundo por diferentes causas, algunas con violencia, otras más pacíficas.
Al mismo tiempo, vivimos en una época que podamos hacer casi cualquier cosa con nuestro teléfono celular sin tener que hablar con nadie, tal como trámites de banco, pedir comida preparada a nuestro domicilio, pedir un transporte, comprar ropa o zapatos, ir al supermercado, saber cómo están nuestros familiares y amigos e inclusive ver fotos y videos de ellos, sin tener que hablar con ellos y mucho menos estar con ellos.
¿Qué significa entonces ser y estar? La interacción humana, sí eso de convivir con el de a lado es cada vez más difícil y menos común.
En México, el interactuar con los demás ocurre en momentos: el día de la Virgen de Guadalupe, el juego de fútbol de la selección mexicana, el día del grito de la Independencia, cumpleaños, navidad y reyes magos. ¿Qué pasa todos los demás días del año? ¿Cuándo no hay festividades?
Esta semana unos amigos me platicaban que sus hermanos entre 13 y 15 años de edad ya no veían la necesidad de salir a tomar un café o jugar un partido de futbol con sus amigos o hasta ir al cine, si podían convivir con ellos a través de las diferentes plataformas de redes sociales o hasta jugar en línea algún videojuego, cada uno en su casa, en su habitación, aislados.
¿Qué significa quedarnos aislados? ¿Estamos tan bien conectados ahora que nos estamos aislando? Sin duda los próximos años serán decisivas para re-definir los sistemas de convivencia social de las próximas décadas. Mucho se ha dicho ya, académicos y miembros de la clase política y social de diferentes países, que los sistemas políticos están colapsados y es hora de re-plantearlos. ¿Será que nuestros sistemas de convivencia social también?
Lo que me parece sumamente claro es que no podemos prescindir de la interacción humana. Las personas no nacimos para estar solos y de nosotros depende el cómo queramos vivir en los próximos años. Los sistemas de gobierno no son otra cosa que un pacto social que hacemos los ciudadanos con los políticos en turno sobre cómo queremos que ocurran las interacciones, es decir, la forma en qué nos relacionamos unos con otros, pero qué pasa cuando ya no estamos interactuando.
¿Cuánto cuesta no interactuar, no participar activamente en nuestra comunidad?
Mantener a una persona en la cárcel cuesta en promedio 140 pesos diarios, 51 mil 100 al año. La corrupción al año cuesta en promedio 387 mil millones de pesos, alrededor del 9% PIB. Solo la Alcaldía Cuauhtémoc en la Ciudad de México gasta 80 millones de pesos al año en recoger la basura de las calles.
¿Qué pasaría si cada quién hiciera su chamba como Ciudadanos de Tiempo Completo y usaremos ese dinero para construir escuelas o dar becas? El no participar activamente y de forma cotidiana genera enorme gastos públicos. En una sociedad que está cada vez más conectada a través de medio electrónicos, pero más desconectada de lo que pasa a su alrededor y actúa muchísimo menos en consecuencia.
@garciacecy_
ceci.garcia@dcamexico.org