El cuello de botella y el desarrollo de México
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No, no me estoy refiriendo al problema del elevado consumo de bebidas alcohólicas que hay en el País, ni a sus efectos sobre el desarrollo del País. Ciertamente ese pudiera ser un tema para otra de estas columnas, ya que hay mucha tela de dónde cortar, empezando por la calidad moral de esos ricos empresarios, reconocidos en el ámbito internacional, que han vivido de emborrachar al País y acabando por un análisis de las horas-hombre que se pierden todos los días por problemas etílicos, sobre todo los lunes. Mejor dejamos ese tema para otra ocasión y pasemos a platicar un poco acerca de algo que cada día es más evidente en México y que desgraciadamente nuestros gobernantes eluden aceptar: el crecimiento y el desarrollo de nuestro País están limitados por la infraestructura que tiene. En otras palabras, no importa que le echemos muchas ganas todos los días para hacer de México un país más próspero y llegar al primer mundo (meta psicológica para países pobres como el nuestro), si seguimos teniendo un grave déficit en la más básica infraestructura para el desarrollo. No importa si es la 4T o si hubiese sido Anaya o Meade, el País está topado en lo que puede hacer debido a la falta de infraestructura. No se trata solamente de un aeropuerto en la Ciudad de México. Estoy sentado en la terminal B del aeropuerto de Monterrey viendo cómo este aeropuerto tampoco se da abasto.
Así es, cada mes el Banco de México y la Secretaría de Hacienda nos hacen el favor de publicar las cifras del crecimiento económico del País, y cada mes nos sentimos desilusionados por los pobres números que desde hace ya años arrojan los análisis. Los pronósticos del crecimiento también van en picada. Antes se suponía que el País crecía al ritmo que marcaba el crecimiento de Estados Unidos. Ahora vemos cómo nuestro vecino del norte crece a tasas dos veces mayores que México y todavía hay quien se sorprende aun cuando sabemos que la inversión (pública y privada) está deprimida ya desde hace tiempo. No podemos aspirar a un país con mayor crecimiento si no tenemos más puentes, puertos, carreteras y aeropuertos. La capacidad de crecimiento económico de México está limitada por diversos factores, uno muy importante es su infraestructura. Aun cuando el gobierno actual empezara a hacer lo que no está haciendo para incentivar la economía, eventualmente nos toparíamos con la novedad de que no hay dónde meter el crecimiento; no hay infraestructura suficiente para soportar mayores tasas de crecimiento.
El tema de la infraestructura me llama poderosamente la atención. Todos podemos ver a diario, simplemente miren a su alrededor y piensen cuánta gente más podemos acomodar en nuestra ciudad, cuántos carros caben en nuestras calles, cuántos pupitres en las escuelas existentes, cuántos camiones de carga en nuestras carreteras, cuántos enfermos en los hospitales, cuántos criminales en las cárceles, cuánta agua más puede bombear la compañía de agua potable, cuántas cartas más puede entregar Correos y la lista sigue. Ahora acuérdense que muchos de los que leen estas líneas viven en una de las 10 ó 15 ciudades más desarrolladas del País. ¿Qué puede esperar el sur de México? Ya no es tiempo de voltear para atrás y culpar al pasado de lo que hoy nos falta, pero es inevitable preguntarnos qué pasó con los impuestos que algunos ciudadanos y empresas pagamos en el pasado, y ser conscientes de que es necesario poner de nuestra parte para que esas obras se hagan mediante el pago de nuestros impuestos y exigiendo a nuestras autoridades su correcta aplicación. No podemos seguir tolerando que haya autoridades que se cuelguen dos medallas por la misma obra y que presuman obras que no hicieron o que hicieron mal. Urge la infraestructura para crecer y desarrollarnos, ya no hay pretextos, manos a la obra, no más obras de relumbrón inútiles e inauguraciones para la foto. Es más, queda prohibida le venta de listón y tijeras a todos los políticos, ¡mejor pónganse a chambear!
*Columna basada en otra publicada en este espacio, con título y contenido similar, en septiembre del 2000. Los temas relevantes siguen siendo los mismos, aun después de casi 20 años.
@josedenigris