El desafío de la vida
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Va sacando del clóset sus días asoleados.
Es la primavera que llegó en medio de chaparrones, truenos, ventarrones y tormentas.
Era la despedida aspaventosa del invierno en decadencia. Ahora sigue alguna ropa gruesa en la cajuela por si todavía hay sorpresas de bajas termométricas, aunque ya se aproxima el tibio abril.
Es este el único planeta conocido en que hay vida, se ha dado, enseñó Teilhard, la litosfera, la biosfera, la noosfera. Las esferas de lo mineral, vital (vegetal y animal) y la esfera del conocimiento, del pensamiento que ya es nivel humano.
El hombre voraz ha hecho que desaparezcan especies animales y otras estén en peligro de extinción, ha talado e incendiado bosques y ha devastado la vida humana desde el vientre materno y con infanticidios, atentados, masacres y guerras.
El empuje de la vida parece incontenible y poderoso. Lo mostraba aquella hermosa foto de los tulipanes elevándose de una tierra cubierta de nieve. Se abrieron paso y florecieron para buscar el sol primaveral.
Los sabios sistemas ecológicos padecen interrupciones y rupturas que rompen los equilibrios naturales. Y la causa proviene del ser con inteligencia que puebla, contamina y destruye su ámbito vital y el de muchos otros seres vivientes. Atraído por el disfrute inmediato, se desboca su voracidad y no cuida suficientemente lo que ha de dejar a las próximas generaciones.
Las semillas blindadas y las bacterias esparcidas prologan la existencia de cadenas biológicas, no siempre advertidas, y llenan de vida inmensas superficies. Las raíces en los bosques se entrelazan en fraternidades subterráneas intercambiando nutrientes.
La conciencia ecológica va haciendo una corriente de actitudes y acciones que convierten a los depredadores en aliados de la Tierra. Y la misma tecnología ya encuentra la posibilidad de sembrar miles de árboles desde las alturas en vuelos sobre tierras disponibles o arrasadas.
Las legislaciones permisivas que intentan no señalar como delito el matar al feto en cualquier momento del embarazo, en forma segura, legal y gratuita abren la puerta a que pueda irse viendo el matar como solución en caso de riñas matrimoniales, fraudes en empresas, desavenencias políticas. Sería una debacle ética de las comunidades nacionales.
Si cada persona en el ámbito de su vida diaria decidiera evitar todo lo que va contra la vida podría llegarse a una civilización del amor, la justicia y el respeto a la altura de la dignidad humana.
Una educación testimonial, participativa y de colaboración más que de competencia podría sembrar y cultivar estos valores de nunca recorrer caminos de destrucción que dañaran la vida en este planeta en que tenemos ese milagro que parece único en el universo...