El extraño caso del general Salvador Cienfuegos
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La información que se ha proporcionado en realidad solamente sirve para que la mesa quede puesta para todo tipo de especulaciones
El Departamento de Justicia de los Estados Unidos y la Fiscalía General de la República de México emitieron ayer un comunicado conjunto que sorprendió a todo mundo: los cargos enderezados contra el exsecretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos, serán “retirados” en el vecino país a fin de que el militar sea “juzgado” en el nuestro.
Del texto del comunicado se desprende que ambas autoridades habrían “negociado” esta salida al caso, pero no quedan nada claras las razones de la presunta negociación ni el objetivo ulterior de la misma. La información que se ha proporcionado en realidad solamente sirve para que la mesa quede puesta para todo tipo de especulaciones.
Y la conferencia de prensa ofrecida ayer mismo por el canciller Marcelo Ebrard no ayuda mucho a comprender lo que ocurrió en el terreno legal, entre otras cosas porque extrañamente no fue el fiscal Gertz Manero quien la ofreció, pese a que él es quien firma el comunicado e incluso el Canciller solicitó que se le adjudicara a él todo el crédito de este “éxito” jurídico.
¿Por qué no sirve lo dicho por Ebrard Casaubón para entender? Sobre todo porque el canciller parecía más preocupado por dejar claro que el general Cienfuegos regresará a México en calidad de “ciudadano” sin cargos penales en su contra, que en explicar los detalles del acuerdo entre ambos gobiernos.
Las preguntas se agolpan de inmediato: ¿el “retiro” de los cargos implica que las autoridades estadounidenses se equivocaron al acusar a Cienfuegos de los delitos que le imputaron? ¿La decisión del Departamento de Justicia de Estados Unidos equivale a una declaración de inocencia que implicaría, ulteriormente, que ya no se le puede juzgar por esas conductas?
En el lado de México: ¿se comprometió la Fiscalía de Gertz Manero a utilizar la evidencia que le fue proporcionada para llevar a Cienfuegos ante un juez a cambio de que el militar fuera devuelto a México? ¿O debemos entender que las autoridades mexicanas pueden simplemente “archivar” el voluminoso expediente que les remitieron sin que sus contrapartes estadounidenses puedan reclamarles nada?
De acuerdo con el secretario Ebrard, aunque este caso no tiene precedentes, “no es extraño”, es decir, que todos deberíamos ver el desenlace de este episodio legal como algo completamente normal. Valdría la pena que el responsable de la política exterior mexicana explicara mejor su teoría de la normalidad, pues este caso no puede sino calificarse de extraño.
Y como es extraño, las especulaciones no se hicieron esperar y las redes sociales se inundaron de inmediato con la especie de que este podría ser un favor postrero del aún presidente Donald Trump al presidente López Obrador en “premio a su buen comportamiento” frente los reñidos resultados electorales en aquel país.
Habrá que seguir de cerca los sucesos en torno al caso, que hoy mismo podría concluir en lo que hace al proceso en Estados Unidos. Pero mientras las autoridades de ambos países no expliquen a detalle el acuerdo al que llegaron, el asunto seguirá siendo incomprensible.