El loco Dios o Salomé (1)
COMPARTIR
TEMAS
El Teatro García Carrillo, hoy Centro Cultural Teatro García Carrillo, es un edificio con una interesante historia que contar. Corta, pero no por eso menos importante para el desarrollo de la cultura y las artes en la ciudad. Ocho años tan sólo pudo ostentar el título de “el gran teatro de Saltillo”, mismos en los que fue un magnífico proveedor de entretenimiento, cultura y educación para los saltillenses. Inaugurado el 27 de julio de 1910, su ferviente actividad la truncó el incendio que devoró la mayor parte del edificio el 3 de septiembre de 1918.
El Teatro García Carrillo se convirtió rápidamente en un símbolo urbano de cultura y progreso. Su propietario, don Antonio Dávila Ramos, falleció intestado unos meses después de la inauguración, y su viuda, doña Prudencia Ramos, se vio envuelta en los problemas de la herencia con dos hijos primogénitos, fruto del primer matrimonio de su esposo. También hubo de enfrentar complicaciones derivadas de la subvención de una parte de la construcción del edificio por el gobierno estatal y otras con el municipio, relativas al terreno en donde se levantó. Aunque ella resolvió afrontar la situación, muy pronto el estallido revolucionario la obligó a refugiarse con sus dos hijas pequeñas en San Antonio, Texas, y dejar el teatro en manos de administradores. Don Jesús Aguirre, uno de los empleados, contaba que los revolucionarios le pidieron a doña Prudencia un préstamo forzoso de tres mil pesos que el general Coss se negó a recibir en monedas de plata, y que para su buena suerte, antes de que ella consiguiera los billetes de banco, los revolucionarios abandonaron la ciudad.
Apoyado por los gobiernos de don Venustiano Carranza y Gustavo Espinoza Mireles, el García Carrillo acogió temporadas completas de teatro a las que asistían toda clase de público, incluso venido de otras ciudades, ya que sus instalaciones incluían espacios para alojar diferentes clases económicas de espectadores. Su escenario vio desfilar las más famosas compañías de opereta y zarzuela, como Amparo Romo, exquisita cantante, y Esperanza Iris, entonces reina de la opereta, quien interpretó entre otras piezas: “La Viuda Alegre”, “El Conde de Luxemburgo”, “Molinos de Viento”, “El Encanto de un Vals” y “La Casta Susana”. Cuando el cine llegó a la ciudad, se le adaptó una cabina para la proyección de películas.
Patrocinada por el gobierno de Carranza, se presentó la renombrada compañía de ópera en la que participaba el tenor Alexander Bonchi y la diva de la época, la famosa mezzosoprano Fanny Anitúa. Todas las familias conocidas de la ciudad asistieron a la temporada completa luciendo sus mejores galas. El propio gobernador asistió ataviado con elegante frac y sus dos hijas con hermosos vestidos largos. También desfilaron por el escenario grandes y renombradas compañías de alta comedia y teatro, en temporadas hasta de tres meses, en plena época revolucionaria.
Don Ismael Fuentes, prestigiado violinista saltillense y maestro de música por muchos años en el Ateneo, protagonizó un gesto de gran músico en el Teatro García Carrillo en 1917. Actuaba como el Primer Violín de la orquesta que acompañó a la cantante de ópera Mercedes Mendoza en una de sus presentaciones en Saltillo. Al interpretar “Estrellita”, de Manuel M. Ponce, la cantante dio un sobreagudo que no pudo alcanzar el violín de don Ismael y, emocionado, arrojó su instrumento a los pies de la artista duranguense, seguido por una gran ovación del público.
Saltillo tenía una tradición de teatros incendiados. A principios de 1902, el Teatro Acuña, construido en su totalidad de madera, había sido consumido por las llamas. Por eso, el gobierno estatal había exigido materiales contra incendios en la construcción del García Carrillo. No bastaron para detener la voracidad del fuego.