El mercado en el corazón de Saltillo
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Con casi 117 años de vida, el Mercado Juárez se levanta en el mero corazón de la ciudad y se resiste fieramente a seguir el ejemplo de la mayoría de las ciudades en el País, en las que los mercados se han establecido en las orillas, incluso divididos en diferentes rumbos para cubrir las necesidades de la población. Aquí, en tiempos del gobernador Flores Tapia, se construyó el Mercado de Abastos rumbo al sur, a un lado del periférico Luis Echeverría, y aunque en él puede comprarse al menudeo, la mayoría de los comerciantes establecidos se dedican a la venta de mayoreo. Esta situación ha permitido que el Mercado Juárez en el centro de la ciudad conserve una buena parte de las características de los mercados de antaño.
Los mercados eran los grandes centros comerciales de las ciudades y entrañaban un significado especial para sus habitantes. Eran centros de reunión, de cambalache y regateo. Ahí se compraban y vendían toda clase de mercancías. Aunque los modernos supermercados han cambiado las costumbres de mercadeo, como la de dar el tradicional “pilón”, que los comerciantes ya no dan ni en el mercado ni en ninguna tienda, Saltillo –como pocas ciudades en el País– sigue conservando su mercado todavía en el corazón de la ciudad.
El Mercado Juárez tiene una larga historia en su haber. Ubicado en la antigua Plaza de Tlaxcala, en terrenos que pertenecían desde el Siglo 16 al pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, el sitio era una gran extensión que comprendía desde la iglesia de San Esteban en la actual calle de Ocampo, hacia el norte, hasta la calle hoy de Pérez Treviño. En aquel lugar se realizaba entonces la famosa Feria del Saltillo, donde se establecían comerciantes locales y los venidos de otros lugares, cercanos y aun lejanos, a vender sus preciadas mercancías. Ahí también tenían lugar los espectáculos que de vez en cuando llegaban a la ciudad. En el extremo norte se construyó, con adobes, la Plaza de Toros, que luego fue derruida para construir el primer edificio del mercado que desde un principio se llamó Mercado Juárez.
A fines del Siglo 19 fueron vendidos a particulares los terrenos que hoy ocupa la manzana entre Ocampo y Abbott, en donde se levantó en 1886 el Teatro Acuña, construido en su totalidad de madera; se quemó en agosto de 1902, la noche en que se representaría la obra “El loco Dios”. Luego se construyó el Teatro García Carrillo, los edificios colindantes y la Plaza Acuña, antes llamada de los Hombres Ilustres.
Hace 117 años, en 1902, se inauguró el primer edificio del Mercado Juárez. Era imponente y de los principales de la ciudad. Tenía tres puertas que daban a la plaza, a las que se accedía por una pequeña escalinata. Por el lado de Pérez Treviño, en cambio, había una alta gradería frente a las puertas y los puestos todos eran internos, no daba ninguno a la calle. El techo se goteaba tanto, que dos años después hubo de cambiarse por uno de lámina de fierro. Las llamas lo devoraron en 1925. Levantado nuevamente, el segundo edificio fue destruido totalmente por otro incendio en 1952. Siete años pasaron antes de que se inaugurara el edificio que ocupa actualmente. En febrero de 1957, pero desde hace varios años, transformado y embellecido para darle más funcionalidad y armonía con los edificios circundantes.
La rehabilitación tuvo lugar en 2002, cuando el Mercado celebraría su centenario. Antes de ese año sólo se le hacían parches y componendas superficiales al horrible cajón que era el edificio del mercado. Ese año se emprendió su restauración y rehabilitación total, por dentro y por fuera. El exterior fue forrado de cantera para darle belleza y una imagen que coincidiera con el Teatro García Carrillo y el Edificio Dávila Ramos que dominan en la zona. Al subir por la calle de Allende, se disfruta su presencia desde lejos.