El perro de Trump
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Michael Cohen es el perro de Trump. No es ofensa, el mismo se autodenominó el pitbull de Trump. El que siempre será leal. Cohen prometió usar todas sus habilidades como abogado para proteger a su amo, hombro con hombro.
Esa fidelidad le duró poco. Ya a la hora de la hora, mejor se volteó contra Trump como testigo protegido. Trump en su lenguaje mafioso le llama “flipper”.
Michael Dean Cohen es un abogado neoyorquino de 56 años. Empezó a trabajar para Trump desde 2006. Tuvo varios cargos como directivo en la Organización Trump.
Cuando Stephanie Clifford y Karen McDougal se acercaron —cada una por su cuenta— al National Enquirer. El semanario avisa al equipo de Trump.
Ahí entra el pitbull de Cohen y hace arreglos para silenciar a las mujeres: 130 mil dólares para Clifford y 140 mil para McDougal. Las historias fueron archivadas por el jefe y dueño del Enquirer, David Pecker, ahora testigo con beneficios en el caso Cohen.
El problema inició un año después de ese arreglo, cuando ambas mujeres independientemente contrademandan para anular los convenios de confidencialidad.
Cohen fue señalado. El abogado en algún momento dijo que el pago fue realizado con sus propios recursos. Trump negó todo. Y es que de haber aceptado que Trump fue parte de los pagos, se hubiera metido en problemas de gastos ilegales de campaña.
El grupo de investigadores del consejero que investiga la trama rusa, avisó la existencia de pruebas incriminatorias sobre los casos Clifford y McDougal.
Había elementos para un allanamiento judicial. De forma sorpresiva el FBI de Manhattan (independiente al grupo que investiga la trama rusa), buscó en el despacho, cuarto de hotel y departamento de Cohen. Se llevaron grabaciones, documentos. Todo.
Existe el privilegio de confidencialidad de cliente y abogado, al menos que ambos se reúnan para ponerse de acuerdo en acciones ilícitas.
El juicio empezó y Cohen fue presentado en la corte con cargos por evasión fiscal, pagos para influir en la campaña presidencial, y un fraude de 20 millones para una de sus compañías de taxis.
Al final Cohen se declaró culpable y admitió que pagó a Clifford y McDougal con fondos y dirección de Trump. El Mandatario ahora está en una línea de problemas legales que pueden llevarlo a su destitución presidencial y la investigación de la trama rusa continúa.
Hasta el viernes.