El Presidente no puede ir a Estados Unidos
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Finalmente se terminó la especulación y ya no hay duda respecto de la posición de Donald Trump hacia nuestro País. Tras firmar la orden ejecutiva para que comience a construirse un muro en la frontera con México, el megalómano neoyorkino ha puesto la cereza al pastel de insultos y agravios que amasó a lo largo de casi dos años en contra de nuestra sociedad.
No cabía esperar mucho realmente y tampoco debemos pedirle nada a un individuo cuyas posiciones abrevan del más rancio colonialismo y se construyen sobre los cimientos de la “superioridad blanca”, concebida por quienes creen haber sido enviados a este mundo investidos de un designio divino que les vuelve superiores.
Lejos de tal posibilidad, los mexicanos debemos aprestarnos a defender nuestra dignidad, debemos decidirnos a volverle la espalda, sin contemplaciones ni dudas, a un Gobierno incapaz del mínimo respeto a sus vecinos y que se cree legitimado a tratar con arrogancia y desdén al resto de la humanidad.
Y tal cosa debe dejarse clara mediante acciones contundentes de la sociedad y el Gobierno mexicanos, acciones cuyo anuncio no puede esperar más, ni debe ser objeto de mayores consultas, como no sea para determinar las formas públicas que se adoptarán al respecto.
¿Qué tipo de acciones? La primera de ellas debe ser la cancelación inmediata de la visita que el presidente Enrique Peña Nieto tiene pactado realizar a los Estados Unidos en unos días, posibilidad que pareciera haberse deslizado en el mensaje que el titular del Ejecutivo emitió ayer.
No puede haber duda al respecto y, en todo caso, lo único que debe discutirse es la forma del anuncio. En ese sentido, sin duda convendría que al momento de dar a conocer la cancelación de la visita, el Presidente estuviera acompañado de todos los mandatarios estatales, de las cabezas de los otros poderes de la Unión, de todos los dirigentes de los partidos políticos y de los dirigentes sindicales y empresariales más importantes.
No es momento de dudas por parte de la Presidencia de la República, ni de parte de ninguno de los mexicanos: la voz de la Nación debe escucharse con claridad y potencia. Todas y todos los mexicanos debemos pararnos al lado de la figura presidencial para dejar claro que en cuestiones fundamentales como ésta no existe ninguna duda que somos un solo pueblo.
¡Basta de insultos a nuestro País! ¡Basta de agravios, de amenazas y de agresiones! Si Donald Trump quiere aislar a la nación que representa, y los ciudadanos estadounidenses quieren permitírselo, que así lo haga: se trata de un derecho soberano del pueblo de los Estados Unidos.
A los mexicanos lo que nos corresponde es afrontar el costo de la defensa de nuestra dignidad y disponernos a trabajar arduamente para vivir, al menos durante los próximos cuatro años, alejados de cualquier relación con nuestros vecinos del norte.
Porque no solamente no vamos a pagar por ningún muro. Lo más importante es que no vamos a tolerar los agravios.