El reto del gobierno electo, el desarrollo humano
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Los habitantes del país de Noruega son quienes viven mejor en el planeta, según el Índice de Desarrollo Humano (IDH) 2017. México se encuentra en el lugar 77. Eso es a nivel Mundial. En América Latina, se vive mejor en Chile, Argentina, Uruguay y aunque Usted no lo crea, hasta en Cuba.
La palabra “desarrollo” siempre ha existido, el concepto con la connotación de lo social por un lado y lo aspiracional por el otro surge en los años setentas. Las variables con las que se mide el IDH son la salud, la educación y la calidad de vida. Por ejemplo, la salud se mide según la esperanza de vida; la educación, por los años promedio de escolaridad y el nivel de vida digno por el porcentaje de personas que viven por debajo del umbral de la pobreza y tasa de desempleo a largo plazo.
Por eso es importante que quienes nos gobernaran a partir de diciembre de 2018, no nos vayan a querer dar “gato por liebre”. Una cosa es el crecimiento, que se da inevitablemente gracias al modelo económico en el que vivimos y otra el desarrollo que no se ha dado en nuestro país desde los años setentas y que tiene que ver con el desarrollo de las personas. Crecer significa incrementar el tamaño. Desarrollo, por otro lado, significa expandir las oportunidades. El crecimiento es cuantitativo, el desarrollo cualitativo.
El crecimiento de ciertas magnitudes en el sistema global (población, producción de alimentos, contaminación, producción en serie de bienes y servicios) es cada vez más rápido, es la fuerza que impulsa a la economía a traspasar los límites físicos de la tierra. Su dinámica es de multiplicación a grande escala. De la Edad Media a la Revolución Industrial, hubo un crecimiento muy significativo en todos los órdenes particularmente en lo que se refiere a la población y a la economía, de la Revolución Industrial a la fecha se ha multiplicado este crecimiento al cien por ciento.
El crecimiento no tiene límites, no tiene fronteras y existe la idea equivocada de que crecimiento es igual a desarrollo. Por eso las grandes expansiones comerciales, por eso las grandes trasnacionales que van por aquí y por allá haciendo creer a los gobiernos que el desarrollo ha llegado. Nuestro país, es un buen ejemplo de esto. A pesar de los tratados internacionales que se han firmado y el arribo de numerosas transnacionales, el saldo de pobres es un poco más de la mitad en relación con el grueso de la población, ejemplo claro de que el crecimiento y el desarrollo son cosas distintas.
Esta loca carrera por vender, por posesionarse de los mercados, por expandirlos por todas partes, en fin por globalizar el mercado complica el entorno, complica la casa y complica la vida de muchos que no pueden accesar a bienes y servicios, de eso no hay ninguna duda, el abismo entre pobres y ricos cada vez es más profundo, esto simple y llanamente es el crecimiento económico.
Los grandes viajes y los intercambios comerciales en el pasado ofrecieron abundantes oportunidades y hoy esto sigue en marcha, pero el problema no es ese, sino la desigualdad tan grande que se ha producido. Es cierto, hay muchas evidencias de que el mercado ha traído grandes bondades a la sociedad actual. Sin embargo, la falta de una práctica solidaria en lo económico ha desfavorecido a una buena parte de hermanos y hermanas nuestros en muchos lugares del planeta y particularmente en nuestro México.
Este es el problema que se le viene encima al nuevo gobierno a partir del 1 de diciembre de 2018. Un país donde se presume de modernidad, pero por supuesto, solo en las grandes ciudades, porque la deuda con el desarrollo humano sigue en pie. El reto ahora será hacer que esta modernidad que se ha tardado tanto, llegue al resto de quienes no han sido beneficiados. Se trata de incentivar el desarrollo humano, es decir, promover la salud, la educación y la calidad de vida.
Porque la democracia no tiene otro objeto que mejorar la justicia social para poder alcanzar políticas públicas justas, ese es el reto. Se trata de ofrecer oportunidades o como decía Amartya Sen, capacidades o bien expansión de libertades, porque éstas representan la posibilidad de que los individuos realicen la vida que desean. Para él, las libertades son un medio y un fin primordial del desarrollo.
Es importante que tenga claro el nuevo gobierno, que de nada sirve que haya democracia si no hay eficiencia económica. De poco sirve el crecimiento económico, sin el desarrollo, que es lo que ha pasado en los últimos decenios.
Muchas empresas, muchas trasnacionales, sin embargo, poco se queda en México. Pareciera ser que nos hacen un gran favor en traer a los grandes consorcios, pero éstos solo representan grandes oportunidades para que los mismos, a diferencia de sus países de origen, contraten mano de obra barata llevándose grandes y magras ganancias. Y la gente en México, sigue igual. Si no fuera así no estuviéramos por debajo de una buena cantidad de países latinoamericanos en temas de calidad de vida.
Si el país fuera Monterrey, Guadalajara, la Cd. de México, Querétaro, Cancún, la Paz, Zapopan, la Delegación Miguel Hidalgo o San Pedro Garza Garcia, entonces habría desarrollo. Pero México también es Santos Reyes, Oaxaca; Cochopa el Grande Guerrero, Ecatepec, Ocosingo y Chimalhuacán, que son según CONEVAL los pueblos y municipios donde abunda pobreza extrema en nuestro país.
El desarrollo tiene que ver con oportunidades, no hay más. Oportunidades de estar sano, de tener un buen trabajo con mejor remuneración, de vivir en una casa digna, de tener acceso a educación de calidad y de tener un ingreso que alcance para el trabajador y su familia. Sin todas las capacidades/oportunidades anteriores, imposible que haya desarrollo e improbable que nuestra gente pueda tomar decisiones que ayuden a elevar la productividad de un país. Sin las oportunidades y particularmente sin educación, las posibilidades se limitan. La marginación en todas sus expresiones, es un lastre que complica el desarrollo.
Como dice Sen, el desarrollo exige la eliminación de las principales fuentes de privación de libertad, a saber; la pobreza, la escasez de oportunidades económicas y las privaciones sociales sistemáticas, el abandono en que pueden encontrarse los servicios públicos y la intolerancia o el exceso de intervención de los Estados represivos. Este es el reto para presidente electo y el gobierno que ésta conformando.