Elecciones europeas: mirar las señales globales
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Los recientes procesos electorales en distintas partes del planeta nos muestran que, además de lo local, varios de los fenómenos que estamos observando son de carácter global. Esto supone la necesidad de elevarse de plano y tratar de ir detectando los patrones. Vale la pena identificar ciertas señales. Las elecciones del parlamento europeo, y antes, en Australia y la India, nos ofrecen buenos ejemplos para hacer ese ejercicio, buscando explorar las repeticiones y las causas de que estas manifestaciones se presenten en sitios tan distantes y distintos, a pesar de que se expresen en muy distintos grados y de muy diferentes maneras.
Estas son algunos de los temas a los que me refiero: Primero, La fragmentación política o debilitamiento de los partidos o los grupos que tradicionalmente sostenían o acaparaban el poder. Segundo, se trata de procesos marcados por una elevada polarización, algo que no es nuevo, pero que parece tender a exacerbarse. Tercero, la eficacia de discursos nacionalistas y/o populistas para conectar con ciertas porciones del electorado. Cuarto, la prevalencia o incremento de sentimientos como frustración, desesperanza, miedo, ansiedad y seguridad vulnerada. Quinto, la normalización del discurso de odio. Sexto, la reacción, la respuesta que en muchos lados están teniendo otras porciones del electorado quienes no parecen confluir con varios de estos sentimientos. Hay muchos otros elementos, pero me detengo acá.
¿De dónde procede todo esto? Resumo algunas de las ideas que se están aventurando desde distintos ámbitos:
Desde lo económico: la globalización, sus abandonos y sus crisis contagiadas, así como la tecnologización, parecen estar dejando secuelas en amplios sectores de poblaciones muy diferentes. Desde lo psicosocial, podemos mencionar el impacto del crecimiento del terrorismo, la propagación de noticias con velocidades e intensidades jamás vistas antes en la historia, lo que (como hemos documentado en México) tiende a incrementar los niveles de estrés. Esto se suma a otros fenómenos como los picos en las olas de migrantes y refugiados. Nuevamente, no es la primera vez que ocurren circunstancias como esas. Pero tenemos que entender que, a partir de las nuevas tecnologías de comunicación y la viralización de textos, imágenes y videos, estos fenómenos tienen efectos mucho más amplios, hondos y veloces. Y, desde lo político, la percepción de muchas personas acerca del distanciamiento o desconexión entre las élites tradicionales y la ciudadanía de a pie.
Ante los temas mencionados, lo único que hace falta para cerrar el círculo es la construcción de una narrativa clara, directa, que ofrezca soluciones simples, rápidas y creíbles, que lleguen directamente a esa serie de sentimientos y preocupaciones. Basta hablar acerca de proteger lo propio, cerrar el paso a los males que proceden de afuera, reorientar las prioridades de lo nacional frente a los problemas o asuntos lejanos u ofrecerse como una alternativa externa y distinta a los "arrogantes" o "corruptos" políticos tradicionales, para conectar con ciertos sectores de la ciudadanía que se sienten frustrados, ansiosos y abandonados.
Por último, como dije, también hay una respuesta —y esto se necesita enfatizar— por parte de amplios sectores de distintas sociedades que no confluyen o concuerdan con esa serie de propuestas y discursos. Muchas de estas personas salieron a votar la semana pasada en Europa para expresar su preocupación, otorgando oxígeno fresco al sistema para que despierte y reaccione si es que aún está tiempo de hacerlo.